19.05.2009

Os suplicamos que no os dejéis poseer por “aquella mirada”

Un último y desesperado mensaje dirigido a los diputados que decidirán el destino de tantos seres humanos inocentes

 

Hay que tener valor y negarse a las nuevas leyes racistas. Nosotros, que cada día debemos enfrentarnos con los medios de que disponemos, ante la total impasibilidad y hostilidad del Estado, a las emergencias humanitarias de los inmigrantes gitanos, estamos indignados y apenados. Sólo nos queda un hilo de fuerza y una convicción: si incluso nosotros nos rendimos al odio étnico y racista, se perderán muchas vidas y la esperanza se desvanecerá como aquel “pedacito de cielo” al que miraba Anna Frank, mientras se aproximaba la tormenta.    

El decreto ley propuesto es el parto de un monstruo y sería el inicio de un nuevo y atroz sufrimiento para personas que no han cometido ningún delito. ¡Es una vergüenza la idea del “delito de clandestinidad!” ¿Quién puede aceptar algo tan alejado de la humanidad y de la cultura?

En este momento, sólo podemos suplicaros en nombre de los que viven en condiciones desesperadas, de los que huyen de la guerra, del hambre, de la pobreza y de la persecución, y de los que no tienen la piel blanca y tienen una cultura diferente. En nombre de la verdad, de la justicia y de la democracia. En nombre de Dios, que se identifica con los pobres y los perseguidos. No aprobéis ese horrible documento. No permitáis que una mirada sin alma pueda dejar una vez más sin protección a las víctimas del odio racista y aniquilarlas. Os rogamos que escuchéis a vuestros corazones y que gritéis: ¡Basta! ¡Existe otra manera de comprender la realidad de seres humanos que deambulan por los países de este atormentado mundo!   

Una querida amiga y hermana nuestra, Tamara Deuel, fallecida hace algún tiempo a los 75 años de edad, nos decía unas palabras que deseamos transmitiros. Era una persona especial, que todavía hoy en día nos sirve de inspiración cuando trabajamos (y sufrimos, mucho más de los que os imagináis) en pro de los derechos humanos. Tamara sobrevivió al Holocausto de Lituania. “Cuando llegó el Holocausto, éramos muy pequeños” nos dijo un día mientras nos hablaba de su terrible experiencia. “Todo empezó de improvisto y la gente empezó a defenderse de diferentes maneras. Poco tiempo después empezaron a matarnos por las calles y en los bosques, como a ratones. Policías, soldados, e incluso nuestros vecinos: todos participaban en la caza y mataban a hombres, mujeres y niños judíos con bastones, cuchillos y fusiles. Los que sobrevivieron a la masacre fueron llevados a los campos de concentración. De 250.000 sobrevivimos sólo 15.000. Lo más importante, sin embargo, es que la gente sepa cómo empieza todo: todo empieza con una mirada hostil”.

Como muestra de algunas de las macabras maniobras que se están llevando a cabo podemos destacar un caso que se dio hace poco en Milán. Un ciudadano italiano propuso a unos jóvenes gitanos, a cambio de una compensación de 500 euros, que importunaran a la chica que él eligiera. Tememos que se esté intentando reproducir un suceso como el caso Reggiani o el Caffarella, que tuvieron lugar en fechas próximas a las elecciones. Por ello, pedimos a las instituciones que controlen la situación: ya que, incluso en el periodo nazi fascista, las autoridades actuaron de manera sangrienta y macabra para criminalizar a los judíos, a los gitanos y a los extranjeros “inoportunos”. Existe un decreto ley que alguien pretende que se apruebe a toda costa, ahora que se avecinan las elecciones.    

Os suplicamos de rodillas: no dejéis que esa mirada hostil se apodere de vosotros. No escuchéis los argumentos –a pesar de que parezcan tan evidentes, son sólo dogmática moral putrefacta- de políticos malvados, de creadores de odio y muerte, que están tan cerca vuestro y tan lejos de la esperanza.

 

Por Roberto Malini, Matteo Pegoraro y Dario Picciau

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