03.06.2009

La Nena pide en Estrasburgo una reparación histórica para los gitanos

Catorce millones de gitanos podrían verse beneficiados de la decisión del Tribunal de Derechos Humanos

María Luisa Muñoz durante la presentación de su caso ante el Tribunal de Estrasburgo (EFE)

María Luisa Muñoz, más conocida como ‘La Nena’, puede hacer  historia en Europa. Y esta historia empieza en el año 1971, cuando se casó con Mariano Dual Jiménez. Ambos gitanos, celebraron su enlace bajo el rito romaní en un “día precioso”, tal y como la Nena recuerda aquel momento.

Pero ella no sabía que de aquel enlace, tantos años después, nacería una reivindicación que puede calificarse de histórica para el pueblo gitano de todo el mundo. Por vez primera, una mujer gitana lleva a un Estado, en este caso España, ante un Tribunal tan relevante como es el de Derechos Humanos de Estrasburgo, para exigir una justicia que es inherente a cualquier persona, cualquier raza, el derecho al reconocimiento legítimo de lo que es verdadero y está más allá de la frialdad de la Ley: María Luisa se casó con Mariano, convivieron, crecieron, tuvieron seis hijos, los educaron, trabajaron duro para sacar adelante su casa. Lucharon juntos. Hasta que Mariano murió en el año 2000 de forma repentina.

Sin embargo, España no reconoce a María Luisa como esposa de Mariano, y por lo tanto, no es su viuda. Para el Instituto Nacional de la Seguridad Social, este matrimonio no ha existido. De repente, un órgano burocrático le espeta a una persona que ella nunca fue la mujer de su marido. Y María Luisa no lo entiende. Su marido trabajó como albañil durante 19 años de su vida. Pagó sus impuestos religiosamente. Además contaban con un Libro de Familia expedido por la Administración, en el que se reconocía la convivencia de la pareja y que tenían seis hijos en común. Según la Administración ella no se merece una pensión de viudedad, porque el rito por el cual se casaron, y por el que se casan, se  han casado y se casarán tantos y tantos gitanos del mundo, y más concretamente el medio millón de gitanos españoles, no se contempla ante la Ley española.

 

La Nena, junto Magdalena Queipo de Llano, su abogada (EFE)

Denuncia valiente

En el momento de la negativa, y tras pensar mucho en como poder solucionar el caso, Mar ía Luisa decidió, de forma valiente, denunciar a la Administración española por la resolución que le denegaba su derecho a recibir un subsidio de viudedad. En el año 2002 un juez dictaminó que la demandante tenía derecho a cobrar dicha pensión, y que la decisión de la Seguridad Social constituía un trato discriminatorio por razones étnicas hacia su persona.

Pero tras un recurso presentado por la Seguridad Social, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid anuló la decisión tomada por el primer magistrado, sentenciando que el matrimonio de María Luisa y Mariano no se contempla en la Ley.

Tras el fallo, la Nena decidió presentar un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, que finalmente, en el año 2007, lo desestimó. Pero María Luisa no quiso conformarse con esta decisión, por considerar que se estaba vulnerando en todo momento su derecho a percibir una pensión, y por supuesto, por reparar el olvido histórico que la administración ha demostrado tener para el pueblo gitano y para el pleno reconocimiento de la identidad gitana dentro de la cultura española. Por ello, con la ayuda inestimable de la Fundación Secretariado Gitano, decidió ir hasta Estrasburgo, exponer allí la injusticia, y reclamar lo que le pertenece.

Y es aquí donde radica la gran oportunidad, porque la despreciable negativa del Estado para conceder a María Luisa su pensión, se puede convertir en un paso histórico para el resto de los gitanos de Europa y del mundo. Porque ya no sólo se pide la justicia para María Luisa, sino para todas aquellas mujeres y hombres gitanos que se ven o se verán en su situación. Para  conseguir que de una vez por todas, un Estado reconozca la cultura de su población gitana como cultura propia, y el pueblo gitano pueda ver reconocida su idiosincrasia por su país.

En 1971, el año en que Mariano y María Luisa contrajeron matrimonio por el rito calé, España era un estado dictatorial por el cual no se reconocían ante la Ley más bodas que las católicas. El resto de uniones eran puro humo. Además, María Luisa no sabía que su enlace no se reconocería ante el Estado. Ella siempre imaginó que nadie pondría en duda que la persona con la que compartió la vida desde los 15 años no era su marido. María Luisa no conocía la premisa indispensable que para el reconocimiento de su unión tenían que haberse vuelto a casar por la iglesia para que constase su matrimonio ante el Registro Civil.

 

Desconocimiento de la Ley

Los miembros de la Fundación Secretariado Gitano, Sara Jiménez, abogada, y Fernando Rey, Catedrático de Derecho Constitucional, acompañaron a María Luisa a Estrasburgo (S.Giménez)

“En 1971 la única forma que ella conocía de matrimonio era el gitano y pedimos ante el Tribunal de Derechos Humanos que este matrimonio se equipare con algunas excepciones que ya se han aplicado en España, como las personas que se casan por el rito canónico y luego no lo inscriben en el Registro Civil”, expone Sebastián Sánchez Llorente, uno de los letrados que ha acompañado a Estrasburgo a María Luisa, junto Magdalena Queipo de Llano, y el presidente de la Unión Romaní, Juan de Dios Ramírez-Heredia, que acudió a Estrasburgo como abogado y como parte interesada de la causa, haciendo más histórica la vista de María Luisa, ya que por primera vez, un gitano exigía el reconocimiento de los derechos de su pueblo ante el Tribunal de Derechos Humanos.

“Yo creo que esos señores – en referencia al Tribunal de Derechos Humanos- son muy justos y no quiero que nadie me arrincone ni por ser mujer ni por mi raza”, asegura La Nena, que además aconseja que “tiren para adelante” todas las mujeres que están en su situación.

Juan de Dios Ramírez-Heredia, agradeció “profundamente la oportunidad que se le da no ya a la Unión Romaní, sino al pueblo gitano para expresarse ante la corte más importante en cuanto a la defensa de los derechos humanos”.

“No voy a entrar en la interpretación legal de este caso porque ya lo han hecho de manera acertada mis compañeros, yo sólo voy a tratar de explicar que para nosotros los gitanos nuestros matrimonios  existen desde que un hombre y una mujer deciden vivir juntos”, aseveró Ramírez-Heredia. “María Luisa y Mariano, cuando eran dos jóvenes gitanos, se miraron a los ojos y se declararon enamorados. En ese momento decidieron vivir juntos para siempre”.

Por otro lado, el representante del Estado, Ignacio Blasco Lozano, expuso que “el matrimonio no es sólo una cuestión de consentimiento y convivencia, eso no es suficiente para considerarlo como tal, ya que la Ley española no lo considera así”.

Sin embargo, tal y como defendió la letrada Magdalena Queipo en su exposición, los tribunales españoles han tratado de “forma errónea” la Ley de Seguridad Social al excluir los “matrimonios de buena fe”, refiriéndose al contraído por María Luisa bajo la tradición gitana.  

María Luisa ya está de vuelta. Ante los jueces que han de juzgar su causa, dio las gracias por la oportunidad que le han dado por estar allí y poder defenderse una vez más. Pero ésta será la última. Si la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos desestima condenar al España a pagar a María Luisa, no habrá más sitios donde acudir. Si, sin embargo, la sentencia es positiva, María Luisa percibirá los atrasos que le adeudan, con lo que asegura que “tapará cráteres” y “ayudará a sus hijos”. Pero lo más importante, por primera vez en la Historia, en la que se escribe con mayúsculas, el pueblo gitano verá que la Ley les ampara, les reconoce como pueblo, y dignifica sus costumbres y sus tradiciones. Por primera vez, Europa saltará de las frases a los hechos. Y la mayor minoría de al Unión Europea, se vería de una vez menos discriminada, y más amparada por quien, finalmente, construye su devenir y el de todos.

 

Silvia Rodríguez

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