20.04.2010

Evaluando los derechos de los rromà

Hungría

 

Las condiciones laborales de los gitanos han mejorado escasamente en los cinco años de la Década de Inclusión de los Rromà transcurridos. En Hungría, el índice de desempleo de estos es del 80%, cifra similar a la de algunos países vecinos. El índice de pobreza, provocado por el paro mencionado anteriormente, es diez veces superior a la del resto de países y la esperanza de vida de los rromà es entre diez y quince años inferior a la de la población mayoritaria. La organización Romani Baht informa sobre el resurgimiento de brotes de hepatitis y tuberculosis en algunos guetos gitanos. Maria Metodieva, directora del programa del Open Society Institute en Bulgaria y una de las mayores partidarias de la Década, afirma: “La situación es nefasta. Se han dado muy pocos pasos en términos de integración. En mi opinión, mantener a los gitanos marginados es algo que interesa a las autoridades locales. Utilizan su austera situación para mantenerles prisioneros y los usan en época de elecciones. No hay otra explicación para esta falta de voluntad política”.

Los gitanos que viven en comunidades marginadas no pudieron disfrutar de ninguna de las celebraciones del Día Internacional del Pueblo Gitano. Para los más de 1.000 habitantes de Pata Rat (Rumania), colonia situada en una zona industrial de la ciudad de Cluj, el día transcurrió entre la basura del vertedero vecinal en busca de materiales reciclables y plásticos. Pata Rat es tan solo una de las muchas comunidades formadas después de la caída del régimen comunista y del consiguiente cierre de muchas de las fábricas en las que los rromà trabajaban. El desempleo crónico les lleva a las deudas, muchos perdieron sus casas y se vieron obligados a buscar refugio en zonas escondidas en las que las autoridades les permitían quedarse. Una segunda generación de niños criados en comunidades aisladas a las que los servicios educativos raramente acceden, han empezado a seguir los pasos de sus padres.

 

Rumania

 

Rumania y Bulgaria, nuevos países miembros y hogar de aproximadamente un cuarto de los rromà europeos, siguen intentando cumplir los requisitos de la Unión Europea, entre los que se incluye un programa de reciclaje nacionalizado que volverá a obligar a los gitanos a abandonar sus trabajos sin otra alternativa como consecuencia de su falta de estudios. El año pasado a Mitia Munteanu y a otras veinte familias, que vivían de la chatarra que recogían en la ciudad de Piatra Neamt, se les negó la entrada a causa de su falta de formación. La Década ha enfatizado la educación como elemento clave para la mejora del nivel de vida de los rromà, pero muchos siguen pensando que es un lujo que no está a su alcance. La agencia gubernamental para los rromà de Rumania reivindica que el cincuenta por ciento de los gitanos no finalizan el quinto grado de su educación. Por ejemplo, la familia Borzos, que vive en un pueblo aislado en el centro de Rumania, apenas puede escribir su nombre, no conocen el Holocausto y el Día Internacional del Pueblo Gitano transcurre como cualquier otro día: en el bosque recogiendo espinacas para venderlas por las calles del pueblo. El autobús que debe transportar a los niños aparece en contadas ocasiones. Los profesores de la escuela de Hetea sugieren que la falta de transporte es debida a que las autoridades de la zona consideran que la educación de los niños gitanos de este pueblo es derrochar el dinero de los contribuyentes.

 

Bulgaria

 

El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha realizado mejoras en este campo, al igual que para acabar con la segregación de los niños gitanos en las escuelas de Bulgaria, la República Checa y Eslovaquia. En marzo, un fallo de este tribunal admitió que catorce niños croatas habían sido colocados injustamente en clases exclusivas para gitanos con la excusa de que tenían dificultades para comunicarse. El tribunal otorgó 4.500 euros a cada demandante y 10.000 euros para cubrir las costas.

Cada mañana, la gente del gueto de Fakulteta, en Sofia, Bulgaria, se despierta con el ruido de los autobuses que llevan a 300 niños a escuelas públicas situadas lejos de esta comunidad aislada. Este y otros incentivos educativos en las comunidades gitanas, han contribuido a conseguir 2.163 estudiantes universitarios gitanos en Bulgaria. Además, el Fondo de Educación Rromà alega haber ayudado a 30.000 estudiantes gitanos en Europa del Este y ha logrado que más de 800 estudiantes gitanos lleguen a la universidad.

Ludmila Zhivkhova, de la Organización de Estudiantes Gitanos de Bulgaria, afirma: “No queremos cifras. Es más efectivo si uno ve que su vecindario progresa. Esperamos que la educación se ponga más de moda entre los gitanos. Recientemente acudí a una boda en la que los padres hicieron un brindis en el que deseaban que sus hijos fueran a la universidad. Cosa que nos muestra que el cambio es posible”.

 

(De Chuck Todaro)

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