21.10.2013 Las manifestaciones de los jóvenes estudiantes en Paris en defensa de Leonarda Dibrani han sido un soplo de aire fresco y una llamada a nuestras conciencias Por Manuel García Rondón | ||
Me imagino la escena. Parece de un guión de las películas relacionadas con la II Guerra Mundial, donde veíamos como actuaba la SS en las persecuciones de todos aquellos que eran diferentes y que su misión era hacerles desaparecer de la faz de la tierra. Se sabía quién era el enemigo. Por tanto tenías que evitarlo para seguir viviendo. El problema actual es que en una Europa globalizada, en la Europa del Bienestar Social y los Derechos Civiles, están ocurriendo hechos que ponen los vellos de punta y genera un estado de inseguridad en todos aquellos que van buscando una nueva vida, para ellos y sus familias. Y en muchos de los casos cuando tratan de adaptarse a las normas de la sociedad receptora se ven maltratados, vilipendiados, tratados como si de la peste se tratase, aquella que invadió a la Europa del medioevo. Si nos adentramos en los comentarios de la red da pavor leer algunos de ellos. ¿Dónde está llegando parte de la ciudadanía? En este caso francesa. ¿Cómo pueden tomar como justificación los hechos cometidos por el progenitor? Estos hechos no eran otro que estar de manera irregular en el país. Cierto es que las normas están para cumplirlas pero esta familia estaba haciendo grandes esfuerzos para insertarse en la sociedad francesa y estaba cumpliendo con los requisitos (escolarización, residencia fija…) para regularizar su situación. Pero esto no ha sido suficiente, y en tres ocasiones, según lo comunicado por las autoridades, le habían denegado la regularización.
Leonarda Dibrani, una adolescente de 15 años, romaní de origen kosovar, nacida en Italia, participaba en una actividad escolar de su instituto como el resto de sus compañeros. Llevaba 4 años matriculada en el centro y su expediente académico era muy bueno, al igual que el de su hermana también matriculada en el mismo centro educativo, lo que pone de manifiesto que esta familia se encontraba en un proceso de inclusión y normalización social cumpliendo con las normas establecidas por la sociedad del país de acogida. ¿Qué está pasando? ¿Cómo algunos ciudadanos en el país que tiene como lema la igualdad, la fraternidad y la legalidad pueden llegar a este extremo, a la más absoluta de las insolidaridades? ¿Somos los gitanos los causantes de sus problemas? Rebélense contra los verdaderos causantes de su situación. Ya decía Ortega y Gasset en su ensayo “La Masa”, publicado en 1929, como los gobernantes pueden generar un problema para distraer la atención de la ciudadanía y poder llevarlos a donde a ellos les conviene y desviar la atención de los verdaderos problemas que le atañen”. No podemos ser los gitanos los chivos expiatorios de todo lo que está ocurriendo en Europa. Según los diferentes tratados y acuerdos donde se proponen la cohesión territorial, la equidad es vulnerada constantemente. Tienen que asumir la nueva realidad europea. Bruselas y Estrasburgo no están reaccionando con la celeridad que esta situación requiere. Se están perdiendo valores, derechos… empezando a brillar por su ausencia el Estado del Bienestar y todo lo conseguido desde el siglo XIX y XX se está diluyendo como un azucarillo en el agua. Es evidente que los mercados mandan sobre la política y, Europa, según se observa, no está preparada para la ampliación de los estados miembros, esto no ha significado crecimiento, potencialidad en orden económico y político, más bien se ha generado un alto grado de insolidaridad y la idea, de una parte de la ciudadanía europea, que su falta de recursos viene dada por las compensaciones económicas que perciben los países de nueva adhesión propiciando una lucha por los recursos económicos y los territorios. Algunos partidos políticos, así como sus líderes están utilizando estas acciones con una clara finalidad electoral. Es más importante el voto que la ciudadanía y la defensa de los derechos humanos. Y como ya decía desviando la atención del votante el enemigo a batir son los inmigrantes causantes de todas sus desdichas, como la falta de trabajo, la bajada de salarios, la merma del poder adquisitivo, la falta de revisiones de convenios salariales, la privatización de la sanidad, la falta de recursos en los presupuestos a aplicar en educación… Ante este panorama se está produciendo un ascenso de los partidos de extrema derecha que con el discurso de la defensa de la pureza de sus compatriotas y el ataque a los extranjeros, que son los causantes de sus males y los que se están apropiando de lo que les pertenece, están calando en las clases obreras y principalmente en las clases medias en decadencia y recientemente empobrecidas que son los que están sufriendo la tan traída y llevada crisis económica. Los datos que arrojan diferentes estudios y encuestas de opinión realizados se está convirtiendo en un semillero de votos para estos partidos fascistas y xenófobos. Acabo de oír otra nueva noticia, alarmante. Si a día de hoy se llevasen a cabo elecciones en Francia Jean Marie Le Pen podría ganarlas. Sin perder de vista que en Suecia, sociedad modélica, la S.D. partido de extrema derecha, en las últimas elecciones consiguió 20 escaños. En Holanda, Bélgica, Dinamarca, Italia, Austria, Hungría, Rumania, Suiza, Grecia, Reino Unido y otros países la extrema derecha está en ascenso, llegando a las legislaturas y a la prominencia en una serie de países. Se repite el mismo escenario que en los años treinta del siglo pasado tras la Gran Depresión. Según el psicólogo Burston decía: “En periodos en los que la gente se siente amenazada y desconfía es más receptiva a distorsiones, verdades a media y mentiras”. También señaló que en tales tiempos cuando la gente es muy receptiva a la propaganda, la mayoría “simplemente no a reflexionar profundamente sobre las afirmaciones hechas por sus dirigentes, o las consecuencias que parecen resultar. Adolf Hitler lo sabía perfectamente”. La extrema derecha tiene una historia de ascenso en tales circunstancias porque ofrece respuestas simplistas para problemas excesivamente complejos, y ha desarrollado estrategias retóricas efectivas para motivar a la gente para que vote contra sus propios intereses a largo plazo. No obstante me alivia haber leído que, aunque con nueve años de retraso, el Tribunal de Estrasburgo ha condenado a Francia por las expulsiones llevadas a cabo contra los gitanos en 2.004, como no podía ser de otra manera, por tanto, desde instancias gubernamentales y la unidad de los demócratas europeos tenemos que conseguir erradicar esta plaga. Las manifestaciones de los jóvenes estudiantes en Paris nos han dado una lección de ciudadanía y solidaridad de lo que debemos de tomar buena nota y despertarnos del letargo en el que nos encontramos. Consolidar la Europa de las libertades fue difícil pero, en estos momentos, está siendo más difícil mantenernos. La actitud de estos jóvenes ha sido un soplo de aire fresco y una llamada a nuestras conciencias. |