16.05.2014 - OPINIÓN

Con dependencia no hay igualdad

Por Enrique Giménez Adell

El Nevipens Romaní, en su número 550 del 1 al 15 de abril, abre en su portada con un artículo titulado ‘Los Gitanos aún soñamos con la igualdad’. Sin ánimo de réplica, puesto que lo que menos necesitamos los gitanos es estar contra nadie, de la lectura atenta del escrito me atrevo a ofrecer algunas reflexiones. Posiblemente, la primera de ellas, sea exigir con razones y dureza todos los derechos que la democracia sea capaz de ofrecernos como ciudadanos iguales en derechos y obligaciones.

Cierto es que muchos continuamos soñando con la igualdad. Pero en ningún caso una igualdad homogeneizadora. El café para todos no sirve. Reclamamos una igualdad de diferencias, esto es, la oportunidad que tienen (o debieran tener) todos los pueblos a vivir sus propias opciones.

Es harto difícil determinar de qué depende nuestro futuro, aunque hay que tener claro que la actuación de nuestro presente condicionará los acontecimientos futuribles. En nuestro caso, lo que resulta obvio, que el futuro de la comunidad gitana no depende de la igualdad con mentalidad paya.

Nuestro futuro depende en gran medida de una organización gitana mantenida económicamente por gitanos. Esto, además de liberarnos del consabido “si señor”, nos encaminaría a ser unas organizaciones más reivindicativas, y no ser meras instituciones prestadoras de servicios sin adaptarse a la democracia. Las organizaciones gitanas, muy necesarias en otros momentos, se dedican a reclamar representación exclusivamente. Vemos a la Unión Romaní, por ejemplo, reclamar a Rajoy y a Rubalcaba representación gitana en el Parlamento Europeo. Presumo que no ha habido, ni habrá, contestación alguna.

Más representación y más independencia son los ingredientes necesarios para conseguir los objetivos planteados desde años ha por el movimiento asociativo gitano, además de la unidad que necesita y que nunca hasta la fecha ha sido posible, aunque en su día estuvo a punto de conseguirse. Bajo el argumento indiscutible que los gitanos tienen derecho a ser de izquierdas o de derechas, jamás la comunidad gitana contó con una voz única, autorizada y con rigor: menuda escasez de miras. Hace escasas fechas, por ejemplo, se conmemoró el Día Internacional del Pueblo Gitano. En la reunión celebrada en Londres en 1971, se decidió el himno, la bandera, y… poco más se sabe. No es descabellado pensar que los organizadores de este histórico evento pretendían una celebración anual bien diferente a lo que se hace mayormente, flores en el riachuelo incluidas: todo queda reducido a un burdo folclore exento de reivindicación y de rigor.

Por que, ¿qué pintan las administraciones en la organización del Día Internacional del Pueblo Gitano? La respuesta es simple: nada. Convencidos de que aquellos líderes organizadores del evento se sentirían fracasados, únicamente podemos entonar un ‘mea’ culpa a modo de: “…lo sentimos hermanos, no damos más de sí”.

Desde el entorno de la Fundación Punjab, y sin temor alguno de resultar repetitivos, porque ha sido uno de los documentos de cabecera de la entidad, citamos, de nuevo, a la Estrategia Nacional para la Inclusión de la Población Gitana en España 2012-2020. Grosso modo, sus tan alentadoras propuestas como puedan ser compensar las desventajas sociales actuales, la cooperación europea en Educación y Formación 2020, el impulso de programas de mediación entre familias y escuela fomentando la incorporación de profesionales gitanos y gitanas; son en realidad un documento de buenas voluntades.

Una batería de preguntas se me antojan al respecto, y sin miedo alguno a ser repetitivo: ¿es, o no, vinculante para nuestro Gobierno la estrategia nacional? ¿Qué hacen nuestras organizaciones para reivindicar esto? A la primera pregunta no hay respuesta por parte del Gobierno, a la segunda pregunta la respuesta es, de nuevo muy simple: nada. Es fácil concluir que uno leyendo el documento gubernamental pasa a convertirse, de golpe y porrazo, de europeísta convencido a euroescéptico. Este segundo estadio se alcanza mirando con serenidad y claridad la realidad existente.

Cuando una persona anticipa una situación, existen muchas posibilidades de que se cumpla, es el efecto llamado profecía autocumplida. Los sueños de la igualdad únicamente se realizarán si somos capaces de tener una organización que podamos decidir libremente nuestro destino, y de poder exigir nuestros derechos con la misma libertad. Gitanos capaces los hay. Efecto Pigmalión es posible.

 

(Enrique Giménez Adell es presidente de la Fundación Punjab)

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