El Baró Estardipen: la asignatura pendiente de nuestro tiempo

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Imagen de la portada del libro de Raúl Quinto

El Baró Estardipen (La Gran Redada) es uno de los mayores episodios de antigitanismo de la historia y sucedió en España durante el verano de 1749. Los hechos fueron promovidos por orden de Fernando VI y orquestados por el marqués de la Ensenada con la intención de exterminar a los gitanos.  Se saldó con la detención de entre 9.000 y 12.000 personas gitanas: hombres, mujeres, gente mayor y criaturas. Los arrestos se alargaron hasta 1756, cuando Carlos III proclamó el indulto que liberó a los detenidos. Sin embargo, para muchos de ellos la amnistía llegó tarde, pues fueron muchas las personas que ya habían muerto por las condiciones insalubres de las prisiones y la dureza de los trabajos forzados a los que fueron sometidos.

Aunque es uno de los pasajes más oscuros de nuestra historia, el Baró Estardipen no se estudia de ningún modo en los colegios. Actualmente, sin embargo, podemos encontrar, entre otras, dos iniciativas que desde el ámbito cultural pretenden poner luz sobre estos lastimosos acontecimientos. Nos referimos al libro del autor Raúl Quinto titulado “Martinete del rey sombra” y a la obra de teatro “No soy tu gitana”, de Silvia Agüero.

Según el escritor Raúl Quinto, “La Gran Redada” es gravísima, y a la vez un jalón más de una constante de persecuciones. Desde finales de siglo XV hay cerca 250 disposiciones legales de expulsión, de prohibición de determinados trabajos para evitar que los gitanos se arraiguen. De ahí que la desconfianza entre gitanos y payos esté arraigada en estas raíces históricas. La historia no pasa por los pueblos de manera inocente, la historia es memoria. Y son las propias instituciones del Estado las que han buscado la expulsión, el exterminio y la desintegración de la identidad gitana”. Para la dramaturga Silvia Agüero, el Estado español nunca ha reconocido “su responsabilidad, ni pedido perdón, ni tiene una política de justicia reparadora”. Mientras no se ponga en marcha un mecanismo de reparación de esta injusticia, asegura, “no se puede hablar de convivencia”.

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