A vueltas con el Colegio Mayor “Beato Diego”

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Fachada del Colegio Mayor / La Voz del Sur
Santiago Moreno

Días atrás saltaba a la palestra la esperada noticia de la pronta reapertura para el próximo curso académico del antiguo Colegio Mayor “Beato Diego José de Cádiz”. La aparente buena marcha de las obras frente al Parque Genovés hacía presagiar lo anunciado: que en cuestión de meses se podrá volver a disfrutar del edificio proyectado originalmente por Antonio Sánchez Esteve.

Ahora bien, con dicha noticia nos vuelve a la mente una petición que nos parece de lo más justa y universitaria. Hace casi un año, en este mismo medio, se publicaba una columna de opinión con el título de “Colegio Mayor Juan de Dios Ramírez-Heredia”. En ella indicábamos la necesidad de borrar del antiguo edificio el nombre de Beato Diego. Como decíamos varias personalidades de la Universidad de Cádiz, desde hacía tiempo, venían indicado lo inapropiado de dicho nombre. Lo volvemos a resumir: una entidad universitaria no debe rendir este tipo de honores a un personaje histórico que estuvo bien posicionado contra la cultura y la ciencia. Cultura, ciencia -y la prosperidad de los pueblos añadimos ahora-, que son precisamente lo que perseguimos los universitarios.

Juan de Dios Ramírez Heredia fue investido en febrero de 2008 como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz / UR

Por lo tanto, vamos a proponer formalmente el cambio de rotulación para el “nuevo” Colegio Mayor. E insistiremos, una vez más, en que un buen nombre sería “Juan de Dios Ramírez-Heredia”. Los motivos son suficientemente conocidos y ya se expusieron en el anterior artículo citado. Dejamos claro que no nos acompaña ningún espíritu anticatólico -el propio Ramírez-Heredia siempre ha llevado a gala sus creencias religiosas-. Y si por otro lado hay quien puede pensar que hay otros muchos nombres históricos relevantes y vinculados a la institución gaditana, el nombre de nuestro paisano Honoris Causa Juan de Dios tiene una razón más: sigue en activo a sus casi 76 años. Por lo tanto, el puertorrealeño tiene un “plus” puesto que los homenajes y nombramientos deben hacerse en vida.