La Unión Romaní inunda de colores la cárcel
de mujeres de Alcalá de Guadaira

     1.06.2002 / La mañana del pasado 15 de mayo desde varios puntos de Sevilla, e incluso de Andalucía, miles de peregrinos iniciaron el camino hacia la aldea del Rocío para ver a su virgen en la romería anual más famosa del mundo. Al mismo tiempo, y a horas muy tempranas, miembros de Unión Romaní (UR), políticos, trabajadores sociales y periodistas de más de diez medios de la región, peregrinaron también hacia otro punto de encuentro: el Centro Penitenciario de Mujeres de Alcalá de Guadaira.
   El motivo de la cita: clausurar los cursos de formación que Unión Romaní pone en marcha todos los años en la cárcel dentro de un programa de "Inserción Socio-Laboral de la población reclusa gitana femenina".
   Este año además la Gerencia del centro quiso hacer coincidir el evento con la celebración del X aniversario de la prisión para que la fiesta estuviera organizada por y para todos.
   A las diez de la mañana estaban convocados todos los invitados en la puerta de la cárcel para acreditarse y pasar los controles de seguridad requeridos. Un portalón de bienvenida y la sensación generalizada de estar entrando en otro mundo. El edificio de la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaira está construido con forma de -U- y un patio en su interior, una estructura que exige un solo lateral protegido por vallas, lo que permite al invitado evitar el vértigo claustrofóbico propio de una cárcel.
   Las mujeres internas son ordenadas en fila en un lateral del patio, algunas de la mano de sus niños de no más de 3 años, enfrente de ellas todos los demás las observan con gran respeto e interés. En medio de este reconocimiento a distancia empiezan a sonar cascos de caballos acercándose, unos cascabeles, palmas a compás y un "lere-lere-le" entonados por un grupo de gitanas vestidas de flamenca que entran en el patio sentadas en un carruaje de principios de siglo.
   Toda esta fuerza y colorido concentrados fueron capaces de cortar la respiración a más de uno, que había venido al acto sin saber siquiera con lo que se iba a encontrar. Casi al unísono, las reclusas acompañaron con palmas al grupo de flamencas, pues la fiesta acababa de comenzar y ninguna estaba dispuesta a desaprovechar un buen rato de evasión.
   Varias vueltas al patio y las gitanas bajaron con garbo y decisión del carruaje sin abandonar su cante. Hasta dos viajes realizaron los caballos en busca de las mujeres que iban a ser protagonistas de la fiesta. Las galas que lucían habían sido diseñadas por cada una de ellas y cosidas con sus propias manos en los talleres de corte y confección que Unión Romaní organiza con éxito año tras año.
   Acabado este recibimiento los invitados pasaron al interior del gimnasio de la prisión, una nave habilitada con asientos donde tendría lugar la primera parte del acto: el Director General de Bienestar Social de la Consejería de asuntos Sociales, José Mora Galiana, el Presidente de Unión Romaní, Juan de Dios Ramírez-Heredia, el Director General de la Agencia Andaluza del Voluntariado, Manuel de la Plata, trabajadores de Unión Romaní Andalucía con su presidente, Antonio Torres Fernández; y como invitada de honor, la duquesa de Alba, Cayetana Fitz James Stuart, entre otros muchos asistentes.
   A todos los sentaron en el ala izquierda de la nave, separados de las reclusas "por motivos de seguridad", aunque los periodistas y trabajadores de la prisión permanecieron de pie en la parte posterior. Ante ellos se había recreado un patio andaluz con 6 ó 7 mesas y sillas de enea pintadas con los colores de la bandera de Andalucía, macetas de geranios salpicadas en el suelo de alvero y coronando un tablao enorme que se alzaba al fondo del recinto.
   Este escenario estaba enmarcado por un techo inundado de farolillos amarillos, una estampa propia de la mejor caseta de feria. Con tanto colorido era imposible no sentir admiración por todo el esfuerzo derrochado codo con codo por las internas gitanas y los trabajadores de la cárcel.
   Más de 100 reclusas se sentaron en el espacio que había reservado para ellas, expectantes de comenzar el ya tradicional pase de modelos que, en años anteriores, había sido presenciado por el humorista Josele e incluso por los diseñadores Victorio y Luchino. Las cámaras y fotógrafos acreditados se repartieron rápidamente entre la multitud, y algún periodista más lanzado se sentó entre las internas para charlar con ellas y vivir más de cerca una experiencia como ésta.
   Suenan las primeras sevillanas mientras Yesenia Jiménez, una de las reclusas, desfila con su traje rojo a lunares blancos, sus compañeras que la jalean sentadas en sus asientos no paran de lanzarle piropos y ella, sin bajar la mirada, avanza en su paseíllo. Los miedos ante tanta expectación se van venciendo y como colofón un arranque por bulerías que levantó a medio aforo en aplausos. Tras ella se alternaban trabajadoras de Unión Romaní con otras internas de los cursos, no hacía falta conocerlas para identificar rápidamente a las gitanas reclusas porque sus compañeras las recibían con vítores y aplausos muy cariñosos. Los espectadores asistían a una celebración, por lo menos durante esta mañana, en familia.
   La Duquesa de Alba, que permaneció todo el desfile en primera fila siendo objeto de multitud de reverencias por las "modelos", fue la encargada de entregar los diplomas a la quincena de mujeres que, por su buen comportamiento, tienen la oportunidad de trabajar en los talleres de Corte y Confección, Peluquería y Estética, Alfabetización y Ocio y Tiempo Libre llevados a cabo por URA y cofinanciados por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en su convocatoria IRPF.
   La velada estuvo amenizada por un grupo de música que, voluntariamente había traído una caja de ahorros de la ciudad Hispalense, un ratito de coplas que todas tarareaban con sus hijos en brazos.
   De entre todos los discursos el más esperado fue el del presidente de Unión Romaní, Juan de Dios Ramírez-Heredia, que emocionó a todos los presentes en la clausura del acto. Ramírez Heredia fue el único de todos los que se pusieron ante el micrófono ese día que dirigió sus palabras en todo momento hacia las internas gitanas, cara a cara, hablándoles en familia. A ellas les dijo que estaba contento de poder disfrutar de aquella celebración, pero al mismo tiempo muy apenado por ver a tantas gitanas internas. Porque "para nosotros, los gitanos, lo más importante que tenemos es la salud y la libertad".

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