1-15.6.2003
/El teatro y la lectura se han revelado como los mejores antídotos
contra el desinterés en las aulas
Lectura, teatro y una pizca de diversión. Ésta
es la fórmula magistral que por segundo año consecutivo
está aplicando Natalia Arjona entre los escolares del colegio público
Andalucía, ubicado en el Polígono Sur de Sevilla, una de
las zonas más desfavorecidas de la capital andaluza, para conseguir
que su asistencia a clase y su rendimiento escolar sigan una pauta de
normalidad similar, en lo posible, a la de los alumnos de cualquier otro
centro de la ciudad. Un reto nada fácil si se tiene en cuenta que
más del 80% del alumnado de este colegio ha de enfrentarse a diario
con los problemas propios de un barrio de esos que en el argot administrativo
se señalan como "de exclusión social".
Pero Natalia Arjona, monitora de la Unión Romaní,
y los profesores del colegio Andalucía parecen haber encontrado
el remedio. "Esto es el arte de la innovación", afirmaba
entre risas Arjona mientras ayudaba a poner la mesa para la comida que,
con motivo de la Feria de Abril, sirvió de excusa para acercar
a los padres de los escolares gitanos al colegio con el objetivo de lograr
su implicación en la vida del centro.
"El teatro y la lectura se han revelado como los
mejores antídotos contra el desinterés que muestran estos
niños por la escuela y como un método muy útil para
fomentar su autoestima, la participación en grupo y como vía
para la resolución pacífica de los conflictos", afirma
Arjona. Antídotos que esta monitora y los profesores administran
a sus alumnos a través de los talleres de animación a la
lectura o de teatro, entre otros, que componen el programa Aula Abierta
que impulsa la Unión Romaní de Andalucía a través
de unos programas educativos que cuentan con el respaldo económico
de la Unión Europea y la consejería de Asuntos Sociales.
Esta innovadora iniciativa conjuga una serie de elementos
que la hacen muy atractiva para estos chavales. En esta actividad, ellos,
y no los libros de texto, son los protagonistas. Se persigue fomentar
su creatividad y despertar la curiosidad por aprender. Para ello se usan
métodos artísticos y lúdicos que le hagan más
amenas las tareas.
Taller de animación
Algo que se puede apreciar en el taller de animación
a la lectura destinado a los alumnos de primaria. En él, los alumnos,
guiados por un patrón, elaboran sus propios cuentos o historias
a partir de vivencias propias, relatos que más tarde son expuestos
por sus autores ante el resto de los escolares del colegio. Algo similar
ocurre con el taller de teatro, donde la rica cultura de la comunidad
gitana o las propias vivencias personales son un filón inagotable
de historias e ideas sobre las que hacer girar la obra de teatro que ellos
mismos elaboran y representan. Todos los trabajos de los alumnos, apunta
Arjona, "se recopilan después en un libro para que sirva de
material didáctico en cursos posteriores".
Otro de los objetivos que se aborda con estas actividades
es implicar a los padres de los niños en la vida escolar de sus
hijos, dado que la mayoría de los pequeños recurren a sus
mayores para que les cuenten historias de la familia con las que aportar
su granito a la elaboración de las historias. "Esto es muy
importante, porque la asistencia a clase de los niños no depende
de ellos, sino de sus padres. Nosotros no hablamos de absentismo, hablamos
de 'niños fantasma', aquellos que no vienen nunca a clase y que
incluso no llegamos a conocer pese a estar matriculados o aquellos que
lo hacen de forma intermitente debido a que, en muchos casos, por problemas
familiares, son los que asumen las cargas domésticas, como el cuidado
de los hermanos pequeños", señala Arjona.
Sin bien en estos dos años de aplicación del programa aún
no se han producido resultados deslumbrantes en la lucha contra el absentismo,
Arjona se muestra más que satisfecha con los avances logrados.
"El cambio en la actitud de estos niños sí se nota.
Vienen a clase motivados, con mayor ilusión y ganas".
Implicación docente y formación
Ejercer de maestro en centros como el colegio Andalucía
de Sevilla está reñido con la monotonía. Cada día
del curso es una nueva experiencia. Las condiciones sociales de muchas
de las familias que viven en la zona del Polígono Sur, éste
que ha saltado a la gran pantalla a través de la película
homónima de la directora Dominique Abel, hacen que estos docentes
se enfrenten a diario a interrogantes como saber cuántos alumnos
acudirán ese día a clase y, si asisten, en qué condiciones
lo hacen. La capacidad de empatía de los niños con los problemas
que se viven en su hogar y el hecho de que muchos de ellos, a edades muy
tempranas, deban asumir cargas domésticas provocan que las faltas
a clase sean una constante. Para combatir este absentismo inducido, el
colegio Andalucía cuenta con la ayuda de la asociación Entreamigos,
en la que intermediadores culturales se encargan de vencer las reticencias
que los padres de muchos escolares tienen a la hora de permitir la correcta
escolarización de sus hijos.
Derribar barreras
Una vez vencida esta primera barrera, la labor docente
toma el relevo. Aulas flexibles, en las que alumnos de distintas edades
reciben clases de refuerzo según su capacidad, los talleres del
Aula Abierta y las actividades extraescolares consiguen, con mucho esfuerzo
de un profesorado en el que abundan los interinos, que estos alumnos acaben
identificándose con la escuela y comprendan que jugar y aprender
son conceptos compatibles. Iniciativas que la Unión Romaní
considera imprescindibles para combatir el absentismo y conseguir que
estos pequeños culminen con éxito la etapa de educación
obligatoria.
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