16-28.02.2005 / Los lamentables sucesos acaecidos en la localidad onubense de Cortegana han hecho sentir en el alma de todos los gitanos y no gitanos de buena voluntad y talante progresista la mayor de las vergüenzas. En un Estado democrático no se pueden dar estas situaciones. Esto me lleva a concluir que algo falla en el sistema y en el estilo de vida y sociedad en la que nos ha tocado vivir. ¿Cómo se puede desde la responsabilidad del primer mandatario del consistorio promover una manifestación que, a priori, ya se sabía conflictiva? ¿Cómo los responsables del orden público no prevén que un numeroso grupo de personas exaltadas puede llegar, al amparo de la masa, a realizar actos contra la integridad física de las personas y de sus propiedades? ¿Por qué se producen estos hechos contra personas conocidas por la inmensa mayoría de los manifestantes, con los que han convivido varias generaciones, donde no ha habido ningún tipo de conflicto, existiendo respeto y relaciones entre ambos grupos poblacionales?
Cierto es, que el delito que presuntamente ha cometido uno de los ciudadanos gitanos de Cortegana es denigrante, que duda cabe. Deseo que el peso de la ley caiga sobre él, si se demuestra su culpabilidad, con la contundencia que hechos de estas características se merecen. Pero, de ahí a criminalizar a toda una comunidad existe un gran trecho. ¿Qué semilla de odio ha ido germinando en estas personas para llegar a estos extremos?
Las noticias vistas en los noticiarios son definitorias de lo que pudo haber ocurrido. No pueden convencerme, no creo que 250 familias tengan atemorizado a un pueblo de 5000 habitantes. Además todas las familias, sin exclusión, son dependientes de los Servicios Sociales Comunitarios, necesitando de los empresarios agrícolas los correspondientes jornales en las épocas de campañas agrícolas. ¿O es que acaso, en el Barrio de las Erillas, los gitanos han puesto murallas y mantienen una defensa numantina de su espacio, con un sistema autárquico de vida? Por favor, seamos serios.
Quizás, muchas de las cosas que se van acumulando en las alforjas de aquellos que no nos quieren, se produzcan por no entendernos, por desconocimiento de nuestra cultura y por ende no nos respetan. Soy testigo de las conversaciones mantenidas por los representantes de la comunidad gitana de Cortegana con el Alcalde y dos de sus concejales, donde exponían públicamente el buen grado de ciudadanía y convivencia de estos gitanos.
Entonces ¿por qué ha ocurrido este lamentable suceso? Habría que analizar con exactitud qué es lo que ocurre en esta localidad. Han sido varios los sucesos de parecida índole que han acaecido y el pueblo ha soportado estoicamente ser noticia en las crónicas de sucesos, lamentando lo sucedido, pero hasta ahí, no teniendo mayor incidencia. Sin embargo cuando se ha tratado de gitanos, casi el 50% de la población se manifiesta en contra de éstos, aprovechando un grupo importante intenta lincharlos y llevarles al limite del temor y ansiedad tal, que les haga plantearse si merece la pena seguir viviendo en esta localidad, cuando las familias se conocen y llevan conviviendo muchísimos años. Seguimos siendo unos desconocidos. Siempre que algún miembro de cualquier familia no gitana comete un supuesto delito el comentario popular siempre es: “Con lo buena gente que es la familia, que pena más grande, mira lo que ha hecho el hijo”, dejando al margen a toda la parentela. Pero, cuando somos los gitanos los presuntos culpables, todas las miradas, el odio y la sed de venganza va dirigida contra todos los gitanos. ¡Ya está bien! ¿Qué culpa tienen el resto de los gitanos de lo que una persona del grupo realice?
Entiendo que son otras cuestiones las que subyacen en el ánimo y en el instinto de ese grupo de “personas” de Cortegana que quisieron tomarse la justicia por su mano, recordando tiempos ya pasados de recuerdos traumáticos para el Pueblo Gitano.
Estamos en el siglo XXI, en la Europa Preconstitucional y de los pueblos. Entre todos tenemos que llegar a entendernos y poder convivir en paz y concordia. Éste es el mejor tratamiento preventivo contra la maldita enfermedad del racismo. Confío en la Justicia y como humanista en la bondad del ser humano. Habrá bastantes ciudadanos de Cortegana que al ver la actitud de sus conciudadanos en los medios de comunicación, con el impacto mediático que han tenido, habrán sentido vergüenza, sin lugar a dudas. Los gitanos exigimos que se haga justicia, no sólo contra aquellos que intentaron lincharnos, también contra los presuntos culpables del luctuoso suceso. Si son culpables, la comunidad gitana exigirá que se les aplique la ley con todo rigor. Por tanto intentemos entre todos que prevalezca el orden y que esto no se vuelva a repetir, dando a la sociedad un ejemplo de paz y convivencia. Los gitanos estamos dispuestos.
Salud y libertad. |