10.03.2008 / Como cada viernes dos mujeres realizan la compra semanal, entre otros productos compran pasteles, en Mercadona el cliente los elige y pesa, a la hora de pasar por caja se ponen en la de Virginia, normalmente el trato con las cajeras es bastante bueno, sin embargo Virginia coge los pasteles y levanta su mirada hacia las clientes, ambas son gitanas, variable que elimina sus dudas en un instante y llama por megafonía a otra compañera para que compruebe el peso de los pasteles. Una de las mujeres se percata de sus dudas y le comenta que va a pesar los pasteles y el peso es el correcto, Virginia de forma violenta le contesta “¿he dicho yo algo?, pues entonces”, pero no eran necesarias palabras. Mientras la compañera de Virginia pesa los pasteles, las mujeres gitanas se quejan del acto de discriminación que están sufriendo, cuando vuelve la compañera no dice nada a Virginia, el peso era el correcto.
Ante las reclamaciones de las gitanas un hombre sale en defensa de Virginia diciendo, “no os tenéis que poner así, ella hace su trabajo”, pero cual es su trabajo, ¿dudar la honestidad de los gitanos que pasen por su caja?
Haciendo uso de una violencia cultural que obliga a no ver el problema de discriminación que seguimos padeciendo los gitanos en el siglo XXI, disponen de explicaciones basadas en ideologías nacionalistas que pretenden negar la discriminación hacia las minorías en el sistema social, ya que se supone, somos una nación en la que cada uno desempeña su función independientemente de que vaya o no en contra de los derechos fundamentales de las personas.
Ambos desconocían que esas dos mujeres gitanas conocían sus derechos y los estaban reclamando y sin embargo en un acto discriminatorio estaban atentando contra el artículo 14 de nuestra preciada Constitución Española en el que dice “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Una vez se informó al responsable del supermercado del suceso, pidió disculpas en nombre de la empresa y de Virginia, acto que le honra, sin embargo la discriminación por cuestión de pertenencia a una etnia ya había sido realizada.
¿Dónde está la educación basada en la interculturalidad? ¿De qué sirven las campañas de sensibilización hacia el colectivo gitano y las políticas de inclusión social?. Sólo unos rasgos agitanados son suficientes para que el trabajo de muchas Administraciones y Entidades no sirvan de nada. La aplicación las medidas de inclusión deben ir acompañadas de un cambio en la mentalidad de la población, no se pude exigir a los gitanos que se “integren” y no querer tenerlos como vecinos.
Virginia, tus prejuicios han dañado la dignidad de dos personas, pero no te quepa duda de que los gitanos estamos muy orgullosos de serlo y de parecerlo aunque nos tengas que pesar dos veces los pasteles cuando pasemos por tu caja.
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