27.06.2008 / Jorge Emilio Nedich es el primer escritor gitano de la Argentina, o por lo menos el único que logró publicar libros luchando contra un rasgo central de la cultura de su pueblo: la ausencia de escritura. Fue nómade toda su infancia, aprendió a leer y a escribir recién en la adolescencia e ingresó a la universidad para estudiar Letras antes de cumplir los cuarenta. En diálogo con Radar, Jorge Emilio Nedich, el finalista del Premio Planeta con su novela Leyenda gitana, analiza con agudeza la situación de los gitanos en la modernidad y su propia experiencia de trotamundos.
La quema de campamentos gitanos en el sur de Italia a manos de los ultraderechistas, por un lado, y de integrantes de la camorra, por el otro, ambos con intereses económicos y políticos en todo Nápoles, no obedece a que estos nuevos falangistas, así llamados por Berlusconi, actuaron dejándose ganar por los reflejos. En todos los casos, los reflejos no responden a la reacción ciega de los músculos; es la respuesta violenta de una concepción, racista en este caso, que ha llevado muchos años de maceración y práctica repetidísima en busca de una aplicación pretendidamente justiciera contra aquellos que, por ser diferentes, son considerados inaceptables. Los dos modelos de racismo más eficaces que han soportado las llamadas minorías son los que han sido nombrados degenerativo y evolucionista.
El racismo degenerativo discrimina a las hombres en relación con sus culturas, sus costumbres, sus símbolos y sus creencias. Segrega al otro debido a sus ritos, a sus mitos, al color de su piel, al olor y a la continuidad de todo lo que le resulta indecoroso e inmoral. Da lugar al etnocentrismo, que se siente con derecho a excluir del cuerpo social lo otro, eliminando de ese modo el peligro que representa para la ciudadanía. La solución última para este modelo ha sido siempre la salida higienista, que no es otra que la eliminación, simbólica, psíquica y física, del peligro contaminador. Este modo de racismo cree que las mal llamadas sociedades primitivas, originarias o minorías étnicas ponen en peligro el sistema político y social de una nación o bien el de toda la humanidad. El temor ha sido una de las causas que se escondían detrás del odio racial que llevó a Hitler a cometer el genocidio más brutal de toda la existencia del hombre.
El racismo evolucionistaes el otromodelo que se extiende sobre el mundo. Basado en la antropología del siglo XIX, dictamina un mayor desarrollo en civilizaciones que ostentan un cuantioso poder simbólico y económico sobre las otras, consideradas primitivas, subdesarrolladas, inferiores o atrasadas. Apoyándose en la genética, en el clima, en la actitud y en la historia, se justificaron los colonialismos y las expropiaciones a los pueblos originarios a manos del positivismo moderno de los imperios, o bien como el que se ha llevado a cabo en la Argentina bajo la proclama sarmientina de "civilización o barbarie", que dio lugar a genocidios aberrantes, como el de la Campaña del Desierto, y a la posterior argumentación y redacción del artículo 25 de la Constitución nacional, que fomenta (sólo) la inmigración europea, específicamente la inglesa.
El racismo está basado en la creencia de que hay en el mundo muchas razas y que existe en ellas una visión caótica de la vida, que debe ser eliminada por medio de una asimilación forzosa de las personas al sistema mayoritario, o por medio de la aniquilación simbólica y física de ellas. Ambos modelos son violatorios de los derechos humanos.
Ambos modelos se aplican sistemáticamente en contra de los gitanos en Europa desde 1412, cuando llegaron sus primeros integrantes debido a estas persecuciones y matanzas. Un pueblo que gira alrededor del mundo en una peregrinación interminable, sin que esta violencia preocupe, fuera del discurso, a los políticos de turno.
(de La Nación)
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