28.07.2009 ROBERTO MARONI, Ministro del Interior de Italia, se cachondea de los gitanos, y se burla de nosotros con el desprecio más absoluto |
Roberto Maroni, el Ministro del Interior que procede de la Liga Norte, el partido nazi y racista que se integra en el gobierno de Silvio Berlusconi, ha realizado unas declaraciones que son a todas luces intolerables. Burlándose abiertamente de todos nosotros ha dicho lo siguiente: Pero, ¿quién creen ustedes que soy yo? ¿Papá Noel? “Me comparan con Hitler, pero yo me río más fuerte. Con mi política de desalojos, he devuelto a los gitanos a su tradicional nomadismo y hemos entregado a sus hijos a amorosas familias italianas”. Luego se jacta de la eficacia de su política migratoria, y refiriéndose a los inmigrantes que llegan a Italia sin papeles, dice: “Para evitar a los que llegan clandestinamente complicadas prácticas de asilo y dolorosas estancias en los Centros de Internamiento de Extranjeros, los mando de inmediato a Libia, con mi amigo Gaddafi, donde les espera el confort de los “Centros de Internamiento Carta Verde”. Y sin cortarse un pelo, presumiendo como lo haría el más chulo de los fascistas, de esos que se ven en las películas con las camisas negras y la pistola al cinto, nos escupe en la cara sus insultos sabiendo que somos los más débiles, los más pobres e indefensos y que nada podremos hacer contra su altanería: “Gracias a mí, a los clandestinos tan sólo les pongo una multa, los encarcelo en un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) durante seis meses y luego son expulsados de Italia.” Y en el límite de su locura, arremete contra la Iglesia, al afirmar con absoluta desvergüenza: “En cambio, en el Vaticano, los encerrarían en los calabozos. ¡Y después dicen que no me preocupo por los negros, los gitanos o los mendigos: ¡pero si he creado la ley 733 exclusivamente para ellos!”. Lo que dice la ley 733 ya se lo pueden ustedes imaginar. Pero Roberto Maroni no reirá siempre. Yo le conjuro desde aquí, invocando toda la tradición gitana de nuestras abuelas, a que las “bendiciones” que ahora le deseamos no tarde mucho en disfrutarlas.
Juan de Dios Ramírez-Heredia
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