05.11.2009

Gitano y gordito

Por Edurne Uriarte

Destila racismo y clasismo esa decisión de la Junta de Galicia y de un juez de apartar a un niño con sobrepeso de sus padres. Y me sorprende que no haya una sola voz de protesta, de escándalo, de revuelta, ante el abuso. Imposible imaginar la misma decisión aplicada a una familia acomodada y paya. Los niños con sobrepeso y problemas de salud asociados deben de ser unos cuantos miles en toda España y no veo yo que estén saturando los centros de internamiento para tratar su obesidad. O que sus padres sean tratados como unos irresponsables, como unos indeseables, como escoria social.

Pero hay algo incluso más inquietante que el racismo y el clasismo en esta persecución del Estado a unos padres. Es el absurdo, la arbitrariedad, la incongruencia, la pura imbecilidad. Si el Estado quiere y puede arrancar a un niño con sobrepeso de la tutela de sus padres, debería hacerlo de la misma manera con todos los menores anoréxicos. Por ejemplo. Y con mucha más rotundidad, puesto que sus problemas de salud, incluso su peligro de muerte, son peores que en el caso gallego de obesidad. Pero no, tampoco veo yo a nuestro Estado persiguiendo a los padres de menores anoréxicos. No sé de ninguna Junta ni de juez alguno apartando a esos niños de sus padres y declarando a éstos responsables y culpables de la anorexia.

Y donde pone anorexia, ponga usted el problema que le parezca. En materia de salud, el Estado se nos ha ido de las manos. Cualquier día nos interna a todos, no sólo a un pobre niño gitano y gordito.

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