26.01.2011 - MADRID El Instituto de Cultura Gitana participará en el día oficial de la Memoria del Holocausto y Prevención de los Crímenes contra la Humanidad | |
“En estos días de conmemoración del pacto Molotov Ribbentrov, que dio lugar en buena medida a la Segunda Guerra Mundial, he leído diferentes artículos de opinión sobre los múltiples asesinatos cometidos por el régimen nazi contra personas indefensas cuyo único delito era no haber nacido arios. Los antropólogos nazis hubieron de resolver previamente un dilema histórico complicado, puesto que si los arios habían construido históricamente la civilización del valle del Indo, los gitanos quizá fuesen también arios, tan arios como los mismos alemanes. Pero, he aquí que los Robert Ritter, Eva Justin y otros miembros de la unidad de investigación de higiene racial y biología demográfica creada en 1936 pronto resolvieron la cuestión porque “aunque los gitanos inicialmente eran arios se corrompieron en su largo nomadismo histórico al entrar en contacto con razas menores”. Por ello, los nazis no tuvieron ningún escrúpulo intelectual para aplicar las Leyes de Nuremberg a la comunidad gitana, para utilizar como conejillos de indias a cientos de niños gitanos en el campo de Buchenwald realizando experimentos macabros. Por ello, Himmler ordenó en diciembre de 1942 que los gitanos de otros campos fuesen trasladados a Auschwitz-Birkenau donde se les aplicó la solución final a principios de agosto de 1944, siendo asfixiados o incinerados muchos miles de gitanos en un episodio que se conoce históricamente como la noche de los gitanos. Por otro lado, los gobiernos títeres puestos por Hitler en diferentes países europeos también crearon sus propios campos de concentración gitanos. Fue especialmente cruel el comportamiento de los ustachis croatas (un cuerpo represor que “perfeccionó” los métodos de las SS) y que hacía cantar a pobres gitanos deportados en Jasenovac el “bendito sea Pavelic” que era el jefe nazi croata, antes de asesinarlos a mazazos en los campos de Ustice o Gradina. ¡Dios, cuánta crueldad, cuánta locura, cuánto odio! El número de Roma (gitanos) asesinados está indeterminado todavía y se incrementa por años a medida que se avanza en las investigaciones, pero en cualquier caso pudo alcanzar el millón de personas. Quizá no es suficientemente conocido este holocausto gitano, en romanó, la lengua gitana: Samudaripen. Hace unos meses visitaba en la sede del Instituto de Cultura Gitana Franz Rozenbach, uno de los pocos supervivientes gitanos de los campos de concentración y con lágrimas en los ojos, nos repetía una y otra vez con su voz gastada por el paso de los años, que no dejásemos que se olvidara la Samudaripen, que fuésemos la voz de quienes fueron silenciados con terribles técnicas de exterminio. La mayor humillación es la muerte olvidada, y, desgraciadamente, los gitanos fuimos los grandes olvidados de los juicios de Nuremberg y los grandes olvidados de las declaraciones y reparaciones de condena histórica efectuadas con posterioridad. Evidentemente, ello tiene muchas explicaciones, pero la fundamental es que los gitanos hemos carecido de grupos de influencia política, mediática e intelectual que hayan presionado para poder contar las cosas tal y como sucedieron. A día de hoy, tengo la sensación de que en ese camino nos queda mucho trecho por recorrer, pero al mismo tiempo tengo la convicción de que poco a poco hemos avanzado y son muchas las personas, gitanas y no gitanas, que desde diferentes sectores nos manifiestan su apoyo, su cariño y su admiración porque a pesar de tantos temporales los gitanos hayamos mantenido la cara alta defendiendo nuestra identidad”.
Diego Fernández Director del Instituto de Cultura Gitana |