17.06.2011 - HUNGRÍA

LA TRAGEDIA DIARIA DE LOS GITANOS EN HUNGRÍA:
“¡Salid gitanos, que hoy vais a morir todos!”

Por  Lun Bolivar

Casi a diario marcha un grupo neofascista por alguna ciudad húngara

 


Extremistas de derechas mataron a su hijo y a su nieto de cuatro años por ser gitanos. Un año después, Erzsebet Csorba seguía viviendo junto a la incendiada casa de la familia. (AP/Bela Szandelszky)

“La situación de los gitanos en Hungría es más que mala”, dice Jenö Kaltenbach, director de la delegación húngara del Centro Europeo de Derechos Romaníes (ERRC). El nivel de desempleo entre este grupo supera no en pocas ocasiones el 50%, en otras roza el 100%. El acceso a la educación de sus miembros es bajo, el índice de personas sin formación duplica la media. También la mortalidad infantil es más elevada. Y no sólo eso, cuenta Kaltenbach: “la marginación está muy extendida, aún persisten muchos prejuicios y el ambiente es del todo antiromaní.”

Las encuestas revelan que el 70% de los húngaros tiene una opinión negativa de los gitanos, asegura Kaltenbach. Esto le da cobertura a las palizas, al amedrentamiento y a las olas de atentados como la vivida entre 2008 y 2009. “El problema en Hungría es grave”, reconoce Sandor Orban, de la Red de Europa del Este para la Profesionalización de los Medios, una organización que ha puesto en marcha cursos para formar a periodistas romaníes, “pero no se diferencia demasiado de lo que sucede en países como Bulgaria, Rumania, Eslovaquia e incluso la República Checa”.


Sólo el 42% de los gitanos termina la escuela, mientras que la media europea es del 97,5%. Pese a que está prohibido, en algunos colegios húngaros se sigue separando a los niños romaníes del resto de los alumnos. (AP/Eileen Kovchok)

“En esta situación”, continúa Orban, “se buscan culpables. Volverse contra las minorías es fácil”. Los gitanos son para los húngaros lo que los inmigrantes para los europeos occidentales, compara. Un poco de chovinismo y una pizca de antizinganismo pueden llegar a bastar como receta política. “Los gitanos son cada vez más criminales”, citaba a Gabor Vona el diario alemán taz.de, “para ellos, robar y maltratar a Hungría no es un delito”. Por suerte, continuaba el líder de Jobbik, “la Guardia Húngara hace acto de presencia y demuestra su fuerza allí donde la policía no actúa contra la criminalidad gitana”.

Casi a diario marcha un grupo neofascista por alguna ciudad húngara. Los barrios romaníes formaban parte predilecta del recorrido, hasta que el gobierno lo prohibió el mayo pasado. En abril había tenido lugar otro punto álgido en la tragedia diaria. “¡Salid gitanos, que hoy vais a morir todos!”, contaban los romaníes de Gyöngyöspata, una pequeña localidad, esta vez en el norte del país, que les gritaban los extremistas de varias milicias. Con el ataque a un niño romaní de 14 años se había iniciado el enfrentamiento, que acabó en batalla campal, semanas de intimidación y en el éxodo de cientos de atemorizados gitanos.


Contra la “criminalidad gitana” y quienes atacan a la “Gran Hungría”, contra Unión Europea y la globalización, marchan milicias como la Guardia Húngara; dan discursos, inauguran monumentos y reclutan adeptos. (AP/B. S.)

Hasta finales de junio de 2011 ostenta Hungría la presidencia de turno de la UE y Viktor Orban, el primer ministro húngaro, del conservador partido Fidesz, se esfuerza por contener los daños a su ya mermada imagen exterior. Antes de pasar el relevo comunitario, en la reunión del Consejo Europeo del próximo 24 de junio, quiere Orban extraerle a los socios un compromiso con la Estrategia Europea para la Integración Romaní, y eso pese a que su partido también pesca en aguas diestras, entre el Tratado de Trianon y una ambigua posición con respecto a la población gitana.

“Personalmente, la gente que dirige este país no me gusta”, reconoce Sandor Orban, “pero no se puede decir que sean abiertamente racistas. Los responsables de los actos violentos han sido, por lo menos, detenidos y llevados ante la justicia”. La discriminación contra los gitanos en Hungría no nació con las pasadas elecciones, recuerda: “existe desde hace mucho, y los socialistas, que tienen un discurso más favorable a los romaníes, tampoco hicieron nada por acabar con ella.”

 


Al menos 300 romaníes abandonaron en abril de 2011 el pueblo de Gyöngyöspata. Huían de las milicias de derechas Vederö (Fuerza Protectora) y la Armada Betyaren, que toma su nombre de la lucha del siglo XIX contra la dominación de los Austrias. (AP/B. S.)

Kaltenbach saca igualmente mal balance de la política húngara para con la minoría gitana, y en la estrategia europea tiene poca fe: “se han pronunciado grandes palabras, pero la pregunta es si a éstas les seguirán los hechos. Después de lo sucedido en Francia, Europa se ha dado cuenta de que, si no actúa en la cuestión romaní, ésta puede llegar a convertirse en un gran problema. Pero me temo que en cuanto la presión de este convencimiento se reduzca, todo volverá a ser como antes”.

 

(periodismohumano.com)

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