03.10.2011

El lenguaje políticamente correcto, a examen

Lingüistas y periodistas analizan el papel de los eufemismos, entre la cortesía y la ocultación, en el mensaje informativo

 

El empleo del eufemismo en el lenguaje periodístico y político, lo políticamente correcto, ha centrado los debates de un seminario convocado por la Fundéu BBVA y la Fundación San Millán de la Cogolla. El eufemismo puede responder tanto a un gesto de cortesía como a una maniobra para camuflar la realidad. El seminario ha reunido durante dos días a una cuarentena de profesionales de la comunicación y lingüistas con una agenda de temas que ha ido desde el análisis del discurso político al del tratamiento de las minorías en los medios. En este debate reapareció una cuestión que no tuvo siempre la misma respuesta. ¿El lenguaje cambia la realidad al mismo tiempo que la presenta? Un asunto que quedó pendiente. A la hora de reflexionar sobre el trabajo periodístico, lo primero a tener en cuenta es que las palabras introducen su propia contaminación en el discurso. Lo expuso el catedrático José Portolés con un catálogo de ejemplos claros. Las palabras no escapan a los estereotipos y, con esta carga, encaminan las frases. Se concluye tranquilamente que si "Damián es un obrero", tiene derecho a la Seguridad Social, pero si se explica que Damián es un obrero ecuatoriano, la frase proseguirá de otra manera: "pero tiene derecho a la Seguridad Social".

El segundo día el temario se expandió a territorios como el lenguaje informativo de las guerras, el tratamiento de minorías étnicas, la homosexualidad o cómo informar sin paternalismo sobre las personas discapacitadas. El seminario terminó con un minucioso repaso por parte de distintos ponentes al tratamiento de minorías étnicas, sexuales... En este capítulo intervino Israel Ramírez, de Unión Romaní, que alertó de que cuando determinados payos se encuentran con un gitano que no responde al estereotipo que ellos tienen de este colectivo, lo excluyen para seguir fieles a su idea tópica de lo que es un gitano y no discutir el estereotipo instalado.

 

(Tomàs Delclós; El País)

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