02.12.2011 Nuevo disco de Paco Suárez | |
Con motivo del nuevo disco Paco Suárez y la European Romani Symphonic Orchestra, Juan de Dios Ramírez-Heredia, Joaquín López Bustamante y Agustín Vega, tres grandes amigos y admiradores del maestro y director de orquestra, comparten con nosotros las emociones que la música de Paco Suárez les transmite. |
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Adagio a una novia gitana Por Juan de Dios Ramírez Heredia | |
Querido Paco, querido hermano: estoy sentado en una mesa apartada de una cafetería en Madrid. Contestando correos, atendiendo problemas, angustiado por tantas necesidades y esperanzado porque hay un gitanillo chiclanero que me pide ayuda para redactar su tesis doctoral sobre la atención sanitaria de los gitanos. Todo esto es una mezcla que se produce en mi corazón. Indignación ante tantas necesidades y alegría por saber que nuestro pueblo no está muerto, que hay una juventud vigorosa que no dejará que se apague la llama de la rromanipen. Digo todo esto porque escribiendo en el ordenador portátil y con los auriculares conectados he empezado a oír tu Adagio a una novia gitana. Ha sido Paco, como un trallazo, como un rayo potentísimo e incandescente que ha atravesado mis sentidos y me ha dejado sumido en una especie de nirvana maravilloso. Y de pronto he cerrado los ojos y me ha parecido que empezaba a levitar. Sí, Paco, hermano, mi alma ha levitado embrujada por tu música. Y aunque mi cuerpo seguía pegado a la silla incómoda de esta cafetería, mis entretelas se han conmocionado y como si mi espíritu hubiera sufrido el empuje de una catapulta mágica me he visto en Puerto Real, mi pueblo, cuando siendo niño esperábamos que llegara mi abuela María, gitana de prestigio, maestra de "ajuntaoras", para ayudarnos a ahuyentar el hambre con las almendras confitadas que llenaban su faltriquera después de haber oficiado de sacerdotisa en una boda gitana en Algeciras, en el Puerto de Santa María o en Chiclana de la Frontera. Tu adagio, Paco, es una pequeña pieza maestra. Yo no sé que dirán los críticos musicales entendidos en la correcta administración de las corcheas, las fusas y las semifusas. No lo sé. Yo si te digo que mi alma gitana, mis ancestros gitanos, mis abuelos gitanos, toda la raza gitana -ahora sí, déjame decir “raza”- oyendo tu música se han de sentir transportados, como me siento yo, a un mundo nuestro, absolutamente nuestro, en el que nuestras novias, vírgenes como las rutilantes gotas de rocío que nuestros padres han visto por las ramas de todos los árboles del mundo, se confunden con las bailarinas notas de tu revestida alboreá. Ha terminado, Paco, la audición de tu adagio. Posiblemente he sido de los pocos gitanos del mundo que ha tenido la suerte de oír el esquema de esa melodía una noche inolvidable en el interior de un coche aparcado en un parking cacereño. Por eso he podido resistir el impacto. A pesar de todo, algo me ha debido pasar. Tal vez he permanecido demasiado tiempo con los ojos cerrados. O ¡quién sabe!, mi rostro desprendía un reflejo especial producido por las imágenes que en mi cerebro recreaban tu música, porque un cliente de la cafetería se ha acercado a mí, ha puesto su mano sobre mi hombro, y me ha dicho: -¿Le pasa a usted algo señor? Y he despertado. He bajado de la nube donde me había transportado tu adagio. Y he vuelto a comprobar que el mundo, la sociedad en que vivimos es infinitamente más fea, más aburrida y más agresiva que aquella en la que nuestras novias gitanas correteaban por las praderas interminables del camino, esperando el momento en que un gitanillo las embelesara con su palabra, con su gesto o con su mirada y las “robara” para depositarlas donde firmemente protegidas esperarían que sus familias les cantaran una alboreá que las transportaría a un mundo de felicidad que solo los gitanos conocemos. -Muchas gracias, señor –le respondí-. No me pasa nada. Estaba soñando ensimismado por una música celestial. Querido Paco, querido primo, he tenido necesidad de escribir estas letras del tirón y enviártelas a través de este artefacto que llaman “correo electrónico”. ¡Qué cosas inventan los gadchés!”.
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El Gelem, Gelem de Paco Suárez: la libertad y la memoria Por Joaquín López Bustamante | |
El Primer Congreso Mundial Gitano celebrado en Londres un 8 de abril de 1971 acordó oficializar dos de los símbolos identitarios más significativos de nuestro pueblo: la bandera azul y verde, y el himno gitano. Unos colores y una melodía que hoy representan en todo el mundo la gitaneidad, que identifican y unen a un pueblo diverso y disperso que ama la libertad y honra el recuerdo de sus antepasados. En esa música estaban los violines de Austwitch, el sufrimiento del Samudaripen, el Holocausto que acabó con las vidas de más de 500.000 gitanos europeos… pero también estaban los soníos negros de las duquelas de los calós españoles. Paco Suárez ha conseguido que un piano o un violín nos arranquen un ole, que un oboe o una flauta travesera suenen gitano. Y hasta una orquesta sinfónica… A eso se ha dedicado fundamentalmente en las dos últimas décadas: a poner en valor la música gitana imbricando lo culto y lo popular; y a llevar el toque, el cante y el baile flamencos al suntuoso sonido sinfónico.
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La Alboreá de Paco Suárez, o la marcha nupcial gitana Por Agustín Vega | |
Es posible que cuando pasen los años, con la distancia del tiempo, podamos ver con mayor claridad que ahora el verdadero alcance de la obra artística de Paco Suárez en lo que se refiere a representar, a través de las más diversas formas musicales, el alma de la identidad gitana. Desde su bellísima versión del Gelem Gelem, himno internacional gitano, que ya es conocido en España gracias a él y a su mujer, Ana Montaño, hasta sus extraordinarios conciertos con la Orquesta Sinfónica Romaní Europea y su repertorio de inspiración gitana, Paco Suárez es, sin ninguna clase de duda, la persona que más ha hecho por la dignificación, la divulgación y el reconocimiento de la música gitana española y universal. Esa labor la ha llevado a cabo desde un compromiso íntimo y reivindicativo, pero fundamentado en el rigor y la autoridad de su enorme formación musical y su desbordante creatividad. La alboreá de Paco Suárez es la de siempre, pero más pura y verdadera, quizá por estar desnuda del ropaje de las palabras y libre de los significados concretos, que en las cosas del sentir siempre empobrecen y limitan. Por eso es mucho mejor que sea el corazón de cada uno de nosotros, el que nos diga lo que siente ante el estremecimiento de esta alborea, convertida ahora, por obra y gracia del espíritu inquieto de Paco Suárez, en una verdadera marcha nupcial gitana.
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