28.03.2012

La nueva etapa

por Marcos Santiago

Escribo esta columna en la tarde del domingo, sin saber ningún dato sobre estas elecciones autonómicas que, a estas horas, todavía espera a que algunos andaluces hagan acto de presencia en las urnas.

Por no estar influenciado por el resultado a la hora de redactar estas líneas, quizá aporte menos contaminación ambiental a mi siempre pretendida objetividad. Yo creo que Andalucía necesita un cambio, pero no voy a caer en la contradicción de criticar los 30 años socialistas como si hubiese sido una etapa dictatorial por cuanto si han estado es porque legítimamente han sido elegidos, y si así era es porque conseguían la confianza de una mayoría; eso no puede llamarse nunca monopolio del poder.

Pero un cambio puede ser bueno porque la renovación siempre da ilusión y ganas de superación, sobre todo cuando en el Partido Socialista, con sumo respeto, tengo que decir que las fotos de campaña eran las mismas personas que hace 30 años.

También no he entendido cómo en una situación tan económicamente desastrosa, el Partido Andalucista no ha salido beneficiado y sigue siendo la asignatura pendiente de esta tierra. Sé, todos sabemos, que ganará la elección el Partido Popular.

Antes de saber el resultado, pensaba que si no ganaba con mayoría absoluta el pueblo no podrá esta vez comprender muy bien qué es eso de que "ha ganado la mayoría de progreso", y pudiera ser que ir por esta opción significara una utilización fraudulenta del voto dadas las serias diferencias entre PSOE e IU: una burla al sistema que paradójicamente ampara este tipo de oscuros pasadizos de gobernabilidad.

Si el PP ganaba con mayoría había que darle una oportunidad. Porque en democracia ganar unas elecciones no debe significar una tragedia para el perdedor sino una oportunidad del vencedor de mandar cuatro años para elevar el nivel de vida de todo el mundo.

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