27.11.2012 - CÓRDOBA

Una futura abogada gitana


Araceli Córdoba, en la Facultad de Derecho / José Manuel Vacas

Araceli Córdoba tiene 18 años y estudia primero de Derecho. Natural de Cabra, comparte de lunes a viernes un piso de estudiantes con dos amigas payas con quien se lleva de maravilla. Los fines de semana vuelve al pueblo. "Desde que entré en el instituto tuve claro que quería ser abogada y mis padres me han apoyado para que me vuelque en los estudios", afirma.

Sus padres son vendedores ambulantes, pero quieren otro futuro para su hija, que se ha convertido en la primera estudiante universitaria de la familia. "Solo tengo un hermano, de seis años, y puedo decir que no he visto machismo en casa, me han dado todas las facilidades que han podido", explica, "llevo una vida como la de cualquier chica de mi edad". "Mi familia es tradicional, pero se han ido adaptando a los tiempos poco a poco", comenta. Para Araceli, ser gitana supone un motivo de orgullo, "por nuestra cultura y por el concepto de familia que tenemos y que mis padres me han inculcado, hacemos mucha vida familiar con abuelos, primos y demás y eso me parece bueno". Aunque de momento no tiene novio, cree que, llegado el momento, sus padres aceptarán a la persona que ella elija. "Les preocupará que sea alguien bueno, nada más".

En cuanto a los estigmas que siguen planeando sobre la población gitana, esta joven, sobrina nieta de José Córdoba, el gitano egabrense que tanto ha luchado por la integración, aboga por juzgar a cada persona de forma individual. "Se tacha a todo el mundo de violento cuando violentos hay gitanos y payos", afirma, "eso es lo que más me molesta, la mala fama injustificada de los gitanos".

Si piensa en el futuro, Araceli sueña con terminar la carrera y encontrar un buen trabajo. Cree además que su trayectoria puede ayudar a combatir desigualdades, siendo ejemplo para otras mujeres gitanas.

 

(De A. R.; Diario de Córdoba)

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