03.12.2012 - CÓRDOBA

Con el propósito de conciliar

Unión Romaní inauguró las terceras Jornadas de formación de mediadores interculturales

 

Desde hace muchos siglos, se conoce a Córdoba como la ciudad de las tres culturas, lugar de encuentro de musulmanes, cristianos y judíos. A estas culturas se les debería añadir una cuarta, sustentada en la tradición y características del pueblo gitano, una etnia que se instaló en el territorio peninsular a principios del siglo XV y que desde entonces ha sido maltratada en numerosas ocasiones por el resto de la sociedad. Con el fin de defender sus derechos existe la Unión Romaní, que ha organizado unas jornadas para la formación de mediadores interculturales.

Su inauguración tuvo lugar en el hotel El Conquistador. Participaron en el acto el presidente de este organismo, Juan de Dios Ramírez-Heredia, la diputada de Familia y Servicios Sociales, María Jesús Botella, cuya asistencia respondía a su deseo de "mostrar el apoyo del Ayuntamiento a toda la labor social que realizan la Unión Romaní y los mediadores en Córdoba".

Por su lado, Ramírez-Heredia subrayó la relevancia de la comunidad calé, la cual ha pervivido durante siglos a pesar de todos los vanos intentos de que desapareciera, ya causados por iniciativas de integración social o por la promulgación de edictos que eliminaban sus rasgos y su cultura. Y es que, como afirmó el presidente de esta organización, "una comunidad que ama sus tradiciones y características tendrá más posibilidades de pervivir en sociedades más grandes en las que se encuentra".

Éste es el caso de los gitanos, pues están "orgullosos de ser como son". Una de las peculiaridades de esta cultura es su lengua. El rromanò se habla en todos aquellos lugares en los que viven los miembros de esta etnia, desde Estados Unidos a Grecia, de Reino Unido a Chile. En nuestro país aún subsiste el caló, una variante dialectal de este idioma indoeuropeo, aunque aquí se utiliza en menor medida que en Francia o Portugal.

Con esta serie de jornadas, Unión Romaní persigue promover la creación de un espacio de reflexión y aprendizaje sobre los diferentes modelos de mediación. Sus destinatarios son tanto los actuales como los futuros técnicos y conciliadores que trabajen con minorías étnicas, por ejemplo, la gitana, la musulmana o la asiática. Entre las actividades que se han programado destacan algunas conferencias en las que se profundizan temas tan relevantes como la intervención social con inmigrantes, la importancia de la mediación sociolaboral con la comunidad calé en tiempos de crisis económica o la importancia del papel del conciliador como gestor de conflictos.

Gracias a esta clase de acciones, que pretenden una formación adecuada de los mediadores, el entendimiento entre la cultura occidental y la gitana está a un paso más de lograrse. Para ello toda la sociedad debe colaborar, olvidarse de las diferencias e insistir en las similitudes, como ya se consiguió hace siglos en esta misma ciudad.

 

(Inés Soler; El Día de Córdoba)

Volver