13.06.2013 La autoestima Por Manuel García Rondón | |
El pasado tiene que estar presente en nuestras vidas. No podemos hacer proyectos de futuro si no incorporamos el pasado a nuestro presente. Animémonos y llenemos nuestras bibliotecas de libros sobre la soledad y las emociones. De esto sabemos mucho los gitanos que hemos optado por otras vías de promoción. En mí se ha producido un fenómeno interesantísimo: he tratado de mirar hacia atrás, remontándome a mi niñez. Aquellas largas noches de invierno alrededor de una mesa, escuchaba con avidez e interés las historias que contaban mis abuelos y mis padres de cómo había sido la vida de nuestros antepasados y los problemas cotidianos a los que tenían que enfrentarse. ¿Qué os voy a contar que no le haya ocurrido a cualquier familia gitana en todo el territorio nacional? Pero en mi caso considero que con un agravante, dado que los hechos ocurrieron en el seno de una familia de gitanos caseros que realizaban un gran esfuerzo por convivir, trabajar incansablemente y aceptar las normas impuestas. Esto me ha hecho recuperar al niño interior, y así fue como encontré mi niñez, le abrí la puerta. He ganado mi mejor batalla: ¡He roto el silencio! Ahora tengo la oportunidad de dar charlas en escuelas, universidades y centros culturales, debatir en diferentes foros y escribir compartiendo mis recuerdos y mis sentimientos. Mi pasado lo he incorporado, he transformado los hechos traumáticos en experiencias positivas. Una frase me enseñó el camino, la encontré en un libro, os la regalo: “Si la vida te da limones, cógelos, ábrelos, exprímelos, ponles agua y azúcar y conviértelos en limonada”. He decidido que nunca más seré un niño asustado o vencido por ser diferente, sino todo lo contrario. El ser diferente me enorgullece, me enriquece y me hace militar como gitano no solo por nacimiento, sino también por convencimiento, al haberse mi persona revestido e impregnado del gitanismo que mis mayores me transmitieron. No quiero ir más por la vida con un bagaje de autocompasión. El victimismo paraliza y no justifica nada. He conseguido convertirlo en autoestima y agradecimiento, porque me ha hecho más fuerte y he crecido como persona. Mi vida ha tenido altibajos, ha habido momentos donde todo iba muy mal, pero no ceso de luchar para que termine bien, porque mi presente y mi futuro están en mis manos. Hay que plantarle cara a la vida. La dignidad hay que mantenerla siempre, cueste lo que cueste.
Manuel García Rondón, secretario general de Unión Romaní |