26.06.2013

Derechos humanos de los rromà europeos

Por Kadin Norder


Portada del libro Enterradme de pie: Los gitanos y su viaje

Este verano me llevé a mi hija a hacer un crucero por el río Danubio y, como íbamocon un grupo un tanto intelectual, nos enviaron una fantástica lista de lecturas opcionales. Uno de los libros fue Enterradme de pie: Los gitanos y su viaje de Isabel Fonseca.

Acabo de terminar de leer este libro y me ha maravillado. Fue escrito hace casi veinte años y describe la investigación de la autora sobre los rromà de Europa del Este, tras la caída del bloque soviético. Ella vivió con familias gitanas y aprendió su idioma, empezando por Albania, el país más aislado de Europa del Este, donde las condiciones eran muy básicas para todos, allá por el año 1992. En Bulgaria, por el contrario, conoció a una mujer gitana que había estudiado en el liceo francés.

Fonseca pasó mucho tiempo en Rumania, país con la mayor población gitana y en el que sufren una mayor persecución, a pesar de que la comunidad de rromà rumanos es muy variada. Ella explica que “rromà” es un término relativamente nuevo que se usa para englobar a todos los gitanos. En su opinión, están divididos, como las Naciones Originarias de América del Norte, en una serie de grupos con diferentes costumbres y dialectos, pero comparten un idioma básico que posee lazos lingüísticos con la India, de donde provenían sus antepasados.

Al final del libro se traslada a Polonia y describe el exterminio nazi de los gitanos, especialmente en los campos de Auschwitz y Chelmno. Isabel Fonseca, que se identifica a sí misma como judía, rechaza la idea común de que los nazis no tenían intención de eliminar a todos los gitanos. Ella demuestra que se les consideraba una de las “categorías raciales” presente en la lista para el exterminio total. Esta parte del libro es muy dura de leer, sobre todo porque, al escribirlo en la década de los noventa, Fonseca ve como los prejuicios del Tercer Reich resurgen tras la caída del comunismo, hasta tal punto que los gitanos rumanos lamentan la pérdida del dictador Ceausescu.

¿Cuál es la situación veinte años después? El informe de revisión parcial de Amnistía Internacional en cuanto a la presidencia irlandesa de la Unión Europea, publicado en abril de 2013, afirma que actualmente hay seis millones de rromà en la Unión Europea y que en Francia, Italia y Rumania, se enfrentan con frecuencia a desalojos forzosos; mientras que, en la República Checa, Eslovaquia y Grecia, en la escuela, se les separa del resto de alumnos checos, y se les envía a centros con programas educativos limitados. En Grecia, a los niños rromà se les envía, sin motivo alguno, a centros para discapacitados mentales. En Italia, a los rromà se les coloca en campamentos oficiales alejados de los servicios educativos y sanitarios, situados a las afueras de Roma y Milán.

Hillary Clinton realizó unas declaraciones a favor de “la plena integración de los rromà en las sociedades y las naciones donde residen". Estas declaraciones hacen patente otro problema. Si integramos plenamente a los pueblos minoritarios en las culturas en las que residen, corremos el riesgo de perder sus auténticas contribuciones a dichas culturas. Probablemente deberíamos aspirar a preservar los diferentes pueblos, a la vez que a ofrecerle a todo el mundo las mismas oportunidades que a la población mayoritaria. La experiencia sugiere que este enfoque podría provocar que algunos individuos acabaran desarraigados, pero otros usarían sus ventajas educativas y culturales para explorar y potenciar sus tradiciones ancestrales. La Unión Europea está  reforzando su actuación en lo relativo a la defensa de los derechos humanos, dentro de sus fronteras, y Amnistía Internacional se muestra optimista, de manera prudente.

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