03.10.2013 - GRANADA

Tere, la vendedora "estrella" de higos chumbos

Tere posansdo en la calle Zenete, en el Albaicín (Granada y media.com)

Tere, la gitana de los Caracoles, es una de las últimas vendedoras de higos chumbos de esta temporada. Con su destartalado carro donde lleva los avíos necesarios para la recogida, sale a primera hora de su casa en el Polígono de Cartuja para coger el autobús que le lleve a Gran Vía. Una vez en la principal avenida de Granada desciende en la última de las paradas para adentrarse por las calles del Albaicín.

A sus ochenta años –“cuatro veces veinte”, revela ella-, esta gitana rumbosa y aguerrida se mueve con cierta agilidad por el incómodo empedrado de las callejuelas del bajo Zenete. A la altura del aljibe se encarama, ni corta ni perezosa, al jardín de chumberas que hay justo debajo, donde procede a recoger los frutos ya maduros. Son los últimos de una temporada marcada por la dichosa crisis. “Este año hay menos porque la gente necesitada se tira a por ellos para venderlos en los puestecillos. Está la cosa muy mala”.

Con una tenaza a modo de pinza arranca los higos chumbos que selecciona y los va depositando en un caldero hasta llenarlo. Es un trabajo “fatigoso” –según confiesa- en el que emplea toda la mañana.

“Los vendo en mi barrio, cuatro o cinco por un euro. Lo justo para comprar la leche y el pan durante unos días”, explica Tere, más conocida en el barrio por la venta de caracoles, de ahí el apodo. Con su particular gracejo evita el interés del periodista dando a entender que aún le espera demasiada faena en casa con buena parte de la “tropa” con la que convive. “Tengo diez hijos, 20 nietos y no sé cuántos biznietos. Ya he perdido la cuenta”, presume.

La gitana se presta sin problema a posar “como las grandes estrellas” –dice-, con su delantal y sus zapatillas de andar por casa, empuñando en una mano las tenazas para no clavarse las espinas del higo chumbo. Son de otro tipo las que han punzado siempre al pobre, viene a decir. “Las peores no son éstas, hay espinas que duelen más y se clavan más profundo”.

Tere monta el caldero de chumbos en el carro y emprende camino de vuelta a casa. Mañana podrá invitar a sus vecinos a un fresco y dulce desayuno. Posiblemente el último de esta temporada.

 

(Granada y medioa.com)

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