23.10.2013

Reconocer a un racista

Por Marcos Santiago

Muestra una despreciable ignorancia el que tacha a una colectividad por su origen cultural o incluso ideológico. Decir que los conocidos popularmente por  payos son racistas es un grave error porque se generaliza y muchos se sienten heridos y subestimados. También es una equivocación hablar de los gitanos en general para analizar la delincuencia. Sin embargo, salvo aquellos que nacen con una estrella especial para las relaciones humanas, esta minoría sufre la desconfianza popular; racismo sigiloso y continuo que significa un obstáculo insalvable para progresar. Una persona emprendedora  pero gitana, si quiere triunfar en la hostelería, debe montar el negocio en una zona turística ya que los extranjeros no notan ese prejuicio (españoles gitanos o no, somos todos toreadores). Lo vemos en la Judería,  donde la etnia no influye en las ventas. O en el mercadillo, donde los "turistas patrios"  creen que asumimos nuestra inferioridad social por la precariedad y honestidad de los puestos y como allí todo es más barato el interés económico vence al estereotipo. Pero si el negocio se monta en otro lugar que aspira a la igualdad, la inversión será un fracaso. No entrarán y solo irás subsistiendo si camuflas tu gitanidad. Un matrimonio gitano montó un bar de  calidad, precio asequible y limpieza sublime y  estuvieron aguantando las horas, los días y los meses más solos que la una mientras en los bares recientes también y colindantes,  la historia era otra. Luego dicen por ahí: "son ellos los que no quieren integrarse": por su exagerada amplitud gratuita, esta expresión, esta excusa, es la primera prueba del intolerante que tienes delante.

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