05.11.2013

SHEL BERSHA TE DYIVES THAJ TE AVES BAXTALI, THAGARNI ROMNI SPANIKANI

“Que viva cien años y que sea feliz, Reina gitana española”

Su Majestad la Reina, doña Sofia (Bekia)

Feliz aniversario. “Que viva cien años y que sea feliz, reina gitana española” Así es como se felicitan mutuamente los catorce millones de gitanos y gitanas que vivimos en el mundo para celebrar un aniversario. Por esa razón, desde la Unión Romani, nos hemos querido unir a la familia real para manifestar a su Majestad la Reina, doña Sofia, nuestra alegría por tenerla entre nosotros cuando cumple los primeros 75 años de su vida.

La reina de España goza del cariño, de la gratitud y del respeto de la inmensa mayoría de los gitanos de nuestro país. Bien lo sabemos quienes hemos tenido la suerte de compartir con ella algunos momentos de nuestra vida política o asociativa. Alguna vez me he preguntado cual podría ser el origen de la predilección que Su Majestad siempre me ha manifestado en relación con la defensa de los derechos del pueblo gitano. He pensado que tal vez lo fuera por su origen griego -los gitanos entramos en Europa precisamente por Grecia y en la Isla de Corfú se encuentra el documento más antiguo conocido hasta ahora demostrativo de nuestra entrada en el viejo continente. Está fechado en 1302- o por la demostrada sensibilidad y el especial compromiso que ella siempre ha demostrado con los grupos marginados u oprimidos de todo el mundo. Sea por lo que fuere lo cierto es que doña Sofía nunca nos ha defraudado y ha sido nuestra principal valedora cada vez que hemos solicitado su patrocinio para cualquiera de nuestras obras.

Pero su predilección por nuestra causa ha saltado las fronteras nacionales. No hay reunión internacional, en cualquier país del mundo, en la que al hablar de los gitanos españoles alguien no haga mención a la reina de España. Todo el mundo recuerda el testimonio de identificación con nuestra lucha que supuso el que en el año 1994 presidiera la inauguración del primer Congreso Gitano Europeo celebrado en la ciudad de Sevilla. Ese día los 400 gitanos y gitanas llegados de toda Europa se hacían cruces al ver que nada más y nada menos que la reina de España, como una congresista más, nos animara en nuestra difícil pero esperanzadora lucha.

Pero permítanme que les cuente una anécdota que de por si sola es más ilustrativa que todas mis palabras.

Un día asistía yo en el palacio de La Zarzuela a la entrega de los premios a la solidaridad que otorga anualmente el Gobierno. El acto lo presidía Su Majestad la Reina. Al terminar la ceremonia la Reina suele quedarse un rato departiendo con los premiados y con las autoridades presentes. Al estar siempre rodeada de personas interesadas en departir con ella yo no veía la oportunidad de acercarme para saludarla. Pero no fue necesario porque hubo un momento en que el militar que siempre acompaña a Sus Majestades se me acercó y me dijo:

-Don Juan de Dios, dice Su Majestad que cuando usted pueda vaya a saludarla.

Inmediatamente me acerqué a ella y me disculpé por no haberlo hecho antes ya que no quería, le dije,  entorpecer a quienes con evidente ilusión deseaban hablar con ella. Doña Sofía quería saber sobre nuestra situación social. Estaba al corriente de que en aquellos momentos empezaban a aparecer en Europa alarmantes brotes de racismo y que en nuestro país seguíamos padeciendo toda suerte de penalidades.

Le hice una breve descripción de lo que hacíamos, de las esperanzas que teníamos en algunas de las acciones emprendidas así como de las dificultades con las que nos encontrábamos. Pero no pude seguir por más tiempo con mi relato porque me interrumpió y con una sonrisa de complicidad me dijo:

-Oiga, Juan de Dios, tenemos aquí al Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, ¿por qué no aprovechamos la ocasión y le pedimos algo?

No me lo podía creer. La reina de España me invitaba a que juntos “le pidiéramos algo al Ministro”. La miré con emoción y vi en ella a mi madre, a mis tías, a tantas y a tantas gitanas que obligadas por la necesidad han tenido que pedir, sin mirar a quien, con el fin de sacar adelante a sus hijos.

Sin darme tiempo a reaccionar, la Reina le dijo al militar:

-Dígale usted al señor Ministro que cuando pueda se acerque aquí.

A la sazón el Ministro de Trabajo y Servicios Sociales era Jesús Caldera quien inmediatamente se apartó del grupo de invitados con los que conversaba para llegar junto nosotros.

-Majestad, dijo inclinando ligeramente la cabeza.

-Señor Ministro, estoy hablando con Juan de Dios sobre la grave situación por la que atraviesan todavía hoy muchos gitanos en España. Supongo que usted es buen conocedor de esa realidad.

-Lo soy, majestad. Juan de Dios y yo somos viejos amigos y le garantizo que se encarga muy eficazmente de llamar la atención del Gobierno sobre esa realidad.

-Bueno, -dijo la Reina al tiempo que me lanzaba una mirada de complicidad-, Juan de Dios va a hablar con usted y le va a proponer una acción concreta en favor de los gitanos españoles. Yo le ruego, señor Ministro, que le atienda y que en la medida de lo posible se lleve a cabo lo que él le va a proponer. Además, -añadió mirando fijamente al Ministro al tiempo que le obsequiaba con una abierta sonrisa- usted tiene una mayor obligación de atender a lo que Juan de Dios le va a proponer porque Juan de Dios es socialista, como usted.

Y se quedó tan tranquila.

Te aves baxtalí. Que sea feliz, majestad, que bien se lo merece en estos turbulentos tiempos que corren para la Casa Real, y sepa que Su Majestad cuenta como madre, como mujer y como Reina con el cariño, el respeto y la adhesión de la inmensa mayoría de los gitanos de todo el mundo.

 

Juan de Dios Ramírez-Heredia

Presidente de Unión Romani Española

Vicepresidente de Unión Romani Internacional

Volver