03.01.2014 - MADRID ACTO DE MEMORIA DEL GENOCIDIO GITANO | |
Discurso de Henar Corbí en este acto organizado con motivo de! aniversario del asesinato de los gitanos de Auschwitz el dos de agosto de 1944. Unas palabras de agradecimiento ante todo a los organizadores. Me siento particularmente honrada por esta invitación a participar en un acto cuya solemnidad no se nos escapa a nadie de los presentes, un acto solemne de memoria gitana, un acto de dignidad gitana. Los gitanos españoles cuya identidad gitana se enraíza en la de los pueblos gitanos europeos, sean roma, sintis manuses, cíngaros o calderas, hoy rinden homenaje a sus "primos" quienes en Alemania, Austria, Francia, Bélgica Holanda, Moldavia, Bielorrusia, Ucrania, Croacia, Hungría o Polonia fueron de forma salvaje perseguidos, humillados, asesinados en las cunetas o recluidos, gaseados y quemados. Sabemos que compartieron el sufrimiento con otras víctimas, particularmente judíos, en todos estos trágicos lugares donde los nazis y sus aliados sembraron el terror: campos de trabajo esclavo, campos de concentración y de internamiento, campos de experimentos médicos, y campos de exterminio. El dos de agosto del año 2011 por fin el Parlamento polaco reconocía el genocidio gitano en el contexto del Holocausto. Entonces ese día en Auschwitz se dieron cita los representantes de todas las instituciones europeas, así como las representaciones diplomáticas presentes en Polonia y las máximas autoridades polacas para rendir por primera vez homenaje simbólicamente a todas las víctimas gitanas al pie del pequeño memorial en el propio campo que marca el lugar donde fueron encerrados en condiciones indignas, unos 23.000 gitanos, familias enteras, niños, ancianos y mujeres antes de ser exterminados en las cámaras de gas. Entonces por primera vez todas aquellas flores que cubrían el inmenso campo no solo eran las que habían, en soledad, depositado año tras año en actos cargados de emoción y dignidad los gitanos sintis y roma de centro Europa. Por primera vez también asistíamos al acto una delegación española encabezada por Juan Peña el Lebrijano, miembro del patronato del Instituto de Cultura Gitana y compartíamos con una oración flamenca de Juan aquellos momentos entrañables que nos brindó una delegación de gitanos sintis alemanes acompañados por unos 20 gitanos sobrevivientes de los campos, alguno de ellos como Rosenbach, conocido nuestro por haber relatado su terrible testimonio en un acto en el senado y haber recibido los honores del Instituto de Cultura gitana un 8 de abril día internacional del pueblo gitano. Ahí en el lugar de la tragedia en tierra polaca el Lebrijano con su cantar flamenco, nuestro patrimonio inmaterial de la Humanidad en palabras de la UNESCO, dejó sin voz por la emoción a aquellos entrañables gitanos sobrevivientes del Holocausto. En honor a la verdad cabe señalar que no era la primera vez que gitanos españoles pisaban las cenizas de Auschwitz en viajes de memoria anteriores que organizábamos con el Ministerio de Asuntos Exteriores; así fue con Juan de Dios Ramírez Heredia y un grupo de docentes españoles, entre ellos algunos judíos o, en otra ocasión, con Miguel Palacios acompañado por once jóvenes gitanos de la Iglesia de Filadelfia. Pero permítanme algunas reflexiones sobre los actos de memoria. No pueden quedarse en el registro del puro dolor, de un dolor, si me permiten la expresión, a veces enfáticamente victimista y en consecuencia del que pudiera nacer como un espíritu de revancha. Hacer memoria ejemplarizante es fundamental: Hay que rescatar como lo hacen siempre Juan de Dios o Diego Luis, en sus discursos de memoria, elementos positivos más allá del sufrimiento. Es necesario resaltar como nos lo cuentan los sobrevivientes, que nunca, ni en los peores momentos y circunstancias, dejaron los gitanos perseguidos de cuidar de sus ancianos y de los niños. Hay que contar también que fueron valientes y por ello temidos por los soldados alemanes. Decir que muchos de ellos escaparon de los pueblos ocupados por los nazis para juntarse con los partisanos resistentes luchando hasta el último aliento. Hay que decir también que fueron solidarios con las otras víctimas como cuando en un campo de internamiento francés, donde había gitanos y judíos, al correr la noticia de que iban a deportar al este a los judíos, esa misma noche los gitanos armaron tal jaleo que permitió a muchos de los judíos escapar a tiempo. La conmemoración debe hacer emerger en el discurso los aspectos positivos, dar pie a compartir la memoria con "el otro" con los otros, con los no gitanos en este caso, como lo estamos haciendo hoy aquí. En definitiva, hacer memoria, el trabajo de memoria colectiva, es un trabajo de duelo que adquiere toda su dimensión humana cuando nos conduce a respetar el dolor del "otro". En este sentido España ha sido ejemplar como en otros muchos aspectos en relación al tema gitano. En 2006 se institucionalizó el día oficial de la memoria del Holocausto y la prevención de los crímenes contra la Humanidad. Como recordareis algunos, el primer acto de estado fue presidido por sus majestades Juan Carlos y doña Sofía, además del presidente de Gobierno, tres ministros y todos los altos cuerpos del Estado. Tres voces de víctimas se expresaron: la voz judía, en la persona del presidente de la Federación de Comunidades Judías; la voz de los deportados españoles en palabras de Jorge Semprun que había sido preso en Buchenwald, y la voz gitana, Juan de Dios Ramírez-Heredia. Y muchos recordamos con emoción que por primera vez en el silencio solemne de un acto de esta naturaleza se escuchó el himno gitano Gelem Gelem, cantado a capeta en presencia del jefe del Estado y el Gobierno en pleno. Ahí estaba la memoria gitana, la identidad y la dignidad gitana. La transcendencia ultima de este acto, repetido en formatos diversos cada año desde entonces pero siempre incorporando las voces de las víctimas es que propicia por su propia naturaleza un modelo de reconciliación universal, evitando la tentación de que puedan entrar en concurrencia las memorias dolorosas del Holocausto. La composición de estos actos de memoria tanto el acto de Estado como el de hoy, donde se entremezclan las voces gitanas con las intervenciones de las administraciones públicas, es absolutamente inusual en toda Europa en donde generalmente se ignora la voz gitana. Inusual y ejemplar ha sido el camino recorrido por el pueblo gitano en España en este sentido como también ha sido inusual y ejemplar el camino recorrido a su vez por las administraciones públicas desde aquel momento en que Juan de Dios desde su escaño en el Congreso de los Diputados pidiera la derogación de la Ley de Vagos y Maleantes, que tanto hizo sufrir al pueblo gitano español durante décadas. España es ejemplar como lo dijo en su día el filántropo George Soros en Córdoba cuando fue ponente en la" II Cumbre Europea sobre la población Roma" bajo la presidencia española de la Unión Europea en 2010. Pero como siempre, hay que marcar nuevos horizontes para seguir avanzando. Tal vez aún siendo ejemplar en tantos campos, España habría de dar un paso más contribuyendo a este trabajo de memoria. El empeño de construcción de una memoria colectiva capaz de estructurar la propia identidad del pueblo gitano en el espacio público en el que se respete su dignidad, no puede quedarse solo en actos conmemorativos. La memoria más allá del inestimable relato testimonial de las víctimas se construye y articula por medio de los trabajos de investigación de los historiadores que van secuenciando y debatiendo sobre los hechos investigados de forma crítica.Y el relato histórico solo encuentra su sentido pleno cuando se incorpora a la enseñanza. Debe ser una historia enseñada el soporte último de las conmemoraciones. Siempre recordaré las palabras de Lolita Flores cuando tras escuchar el testimonio del sobreviviente gitano de Auschwitz Rosenbach, hoy día desaparecido, dijo llorando desconsoladamente que a ella no le enseñaron nada de todo esto en la escuela y sentía vergüenza por haber ignorado hasta ese mismo momento todo de este sufrimiento de los gitanos europeos. Reconocimiento institucional, memoria colectiva e identidad, relato histórico y enseñanza del hecho gitano deben ir de la mano.
Henar Corbí Miembro del Consejo Asesor del Centro Sefarad-Israel Miembro de la delegación española al Grupo de Trabajo International HIRA (Memoria, Educación e investigación del Holocausto) |