29.07.2015 - PAÍS VASCO

El Tío Manuel, 25 años luchando para que los menores gitanos estudien


El Tío Manuel posa en en el jardín de su casa / Pablo Viñas

El Tío Manuel nos recibe en su casa, un chalé adosado en una urbanización en las faldas del Serantes. La muestra orgulloso porque es el fruto de “muchos años de trabajo”. “No me puedo quejar. Gracias a Dios la vida laboral me ha ido estupendamente”, afirma este gitano sabio donde los haya. Sí, porque Manuel Vizarraga fue un visionario de la comunidad gitana al poner en marcha hace 25 años en Txurdinaga la asociación Kale Dor Kayiko (Gitanos del mañana) con el objetivo de que los jóvenes gitanos se formaran académicamente para tener un futuro mejor. Y lo va consiguiendo. Cada vez son más los jóvenes de etnia gitana que llegan a la universidad gracias al empeño de todas las personas que trabajan en Kale Dor Kayiko. A pesar de que lleva un par de años jubilado y de que ha pasado el testigo de la asociación a su hijo Óscar, El Tío Manuel sigue siendo el presidente de la asociación. Su opinión vale mucho a la hora de firmar un convenio o poner en marcha algún proyecto.

“Tengo 70 años. Nací en la calle Santa María del Casco Viejo, me crié en la calle Somera y fui bautizado en la catedral de Santiago. Tengo cuatro hijos y un perro, que se llama Jefe”. Así se presenta Manuel Vizarraga. ¿Y por qué todo el mundo le llama el Tío Manuel?”, le preguntamos. “Porque entre los gitanos es normal que cuando una persona llega a una edad, a partir de los 50 o 55, se le llame tío”, contesta. “En la cultura gitana”, prosigue El Tío Manuel, “lo que diga una persona mayor, el abuelo o el tío, va a misa, no se le lleva la contraria aunque esté equivocado”. Se hace así porque los gitanos “respetamos la edad y la sabiduría de los mayores”, dice El Tío Manuel. Él, con su edad, es una voz autorizada, aunque aclara que “cada tío tiene potestad en su familia, no en toda la comunidad gitana”.

El Tío Manuel mamó esa cultura en casa desde muy pequeño. Y también se puso a trabajar a una edad muy temprana, con el consiguiente abandono de la escuela. “Entonces la vida no era como hoy”, se justifica. El caso es que a los 11 años comenzó a trabajar de “recadista con una bicicleta en Ultramarinos Balbino”. Posteriormente siguió haciendo lo mismo con un frutero, y tras varios trabajos, en una armería en Irala y en una imprenta, dio el salto a la hostelería. “Empecé en un bar y estuve trabajando como profesional de la hostelería durante veinte años”, recuerda. Le agradaba el trabajo, “sobre todo el trato con la gente”, dice. Y también llegó a triunfar, ya que, según cuenta, “llegué a ser uno de los mejores barmans que había en Bilbao, modestia aparte”.

 

(De José Basurto; Deia)

 

Si quiere seguir leyendo este reportaje pulse aquí:

http://www.deia.com/2015/07/27/bizkaia/el-tio-manuel-patriarca-de-los-gitanos

 

Volver