27.10.2015 - OPINIÓN

¿Qué posibilidades reales tenemos los gitanos para estar en el Congreso de los Diputados o el Senado?

Por Diego Luis Fernández Jiménez


¿Qué posibilidades reales tenemos los gitanos para estar en el Congreso de los Diputados o el Senado? En mi opinión, lo digo con dolor pero también con rebeldía, las mismas que un rico entre en el Reino de los cielos o que un camello pase por el ojo de una aguja o que crezcan rosas en el desierto o que la lluvia deje de caer sobre los pobres. Creo que, en realidad, las listas electorales responden a juegos de equilibrios provinciales o regionales por parte de los aparatos de los partidos.

Los presidentes o secretarios generales, que serían los únicos que podrían ayudar a que los gitanos se incorporaran en una circunscripción concreta, no consideran prioritario, ni siquiera importante, la cuestión gitana. Esa es la realidad, elección tras elección gritamos pero no nos escucha nadie y cada vez nuestra desesperanza es mayor porque sabemos como funciona el sistema. O mejor, como no funciona el sistema en relación con la participación y representación de los gitanos.

Hasta un ciego puede ver que a lo largo de la democracia española, allá por los años setenta del pasado siglo, solo Juan de Dios Ramírez-Heredia ha sido diputado en el Parlamento y que fue durante este periodo cuando se efectuaron iniciativas políticas sobre los gitanos. Desde entonces, los partidos han ignorado la necesidad de incorporación de gitanos en el Congreso y el Senado.

La pregunta es, ¿qué debemos de hacer pues? Hay dos opciones, una es aceptar la invisibilidad política, la otra es combatirla. Combatirla con todas las fuerzas que seamos capaces de reunir y con toda la inteligencia que Dios nos haya dado. Creo que la próxima legislatura es fundamental en la historia de España y que pondrá los pilares de un tiempo político que durará al menos otra generación y lo hará elaborando o modificando el bloque de la constitucionalidad. Es decir, el tren vuelve a pasar por la puerta de nuestra casa, y la dirección no está definida. Los gitanos debemos tener claro que o vamos o nos llevan. Mejor vamos porque si nos llevan seguro que no nos pedirán opinión adonde. Nuestra dirección es el Parlamento y la próxima reforma constitucional es la clave. El futuro se escribe con renglones del presente.

 

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