16.11.2015 Muere Donald Kenrick, pionero de la lucha gitana | |
Trabajó por fortalecer y divulgar la cultura gitana. Podía traducir más de 60 idiomas y hablaba con soltura una treintena de ellos
La cosas no suceden así porque sí. Todo en la vida tiene un principio, una causa que lo origina y unos impulsores que lo hacen posible. Este es el caso que hoy nos ocupa. Hace 50 años, más o menos, unos jóvenes gitanos despertamos, después de un largo tiempo de oscurantismo, dispuestos a luchar con uñas y dientes por salir de la pobreza y la marginación que padecíamos desde tiempos inmemoriales. Esa era muestra principal motivación. Y desarrollábamos nuestra labor al amparo de instituciones benéficas o caritativas que nos protegían de la vigilancia a la que estábamos sometidos por los comisarios franquistas que veían en nosotros a una nueva generación de revolucionarios. Pero pronto comprendimos que luchar contra las injusticias no colmaba nuestro deseo de ser escuchados y respetados como gitanos que éramos. Pronto tomamos conciencia de que la lucha por el pan, la vivienda y la educación debían ir parejas al reconocimiento de nuestra comunidad como pueblo portador de unos valores y tradiciones que queríamos conservar. Y así fuimos descubriendo, día a día, cosas y circunstancias de nuestro pasado que desconocíamos absolutamente. Y todo ello lo fue gracias al trabajo abnegado y a la colaboración impagable que nos prestaron muchas personas que, sin ser gitanas, habían demostrado tener una especial vocación por averiguar y valorar aspectos singulares de nuestra cultura. La lista de las personas que podríamos transcribir aquí sería de un gran valor. Algunas ya se fueron para siempre. Otras, las menos, todavía conviven entre nosotros. Todo lo dicho hasta aquí es para situar en su contexto a Donald Kenrick, un ciudadano del Reino Unido que murió hace dos días, a los 86 años, y que por derecho propio ocupa para nosotros un lugar de privilegio y respeto en la primera línea de nuestros amigos y colaboradores. Donald Kenrick nació el seis de junio de 1929 en el municipio londinense de Hackney, situado en el nordeste de la metrópoli. Su familia, de origen judío, se instaló en Inglaterra, donde su abuelo obtuvo la ciudadanía británica antes de la Primera Guerra Mundial. Desde muy joven militó en los partidos de izquierda, primero comunista y luego socialista, aunque su principal actividad siempre estuvo relacionada con la educación y la defensa de los valores culturales de los pueblos y las comunidades más débiles o desprotegidas. Y así le conocí. Sería el año 1969 o 70. Yo trabajaba en Cáritas Diocesana de Barcelona, junto a Mosen Narcis Prat y al padre García-Die, dos de los puntales más sólidos y comprometidos con la causa gitana. Bajo el amparo de estos dos grandes hombres nació en España el movimiento asociativo gitano bajo el nombre de “Secretariados Pro-Gitanos”. Hasta que un día apareció por el lugar donde trabajábamos en Barcelona Donald Kenrick acompañado de su hija, una jovencita que a la sazón debería tener unos 12 o trece años. Ambos ofrecían la típica imagen que tenemos preconcebida de los ciudadanos ingleses. Rubios como el oro, amables y ceremoniosos en las formas, y ataviados con ropa que mostraban una descuidada elegancia. Donald Kenrick, junto a Grattan Puxon y los hermanos Vanko y Leulea Rouda, fueron los impulsores del mítico Congreso Mundial Gitano celebrado en Londres el ocho de abril de 1971. Siempre he reconocido que para mí, el bautizo que me introdujo en el conocimiento del rromanó, fue el Congreso de Londres. Pero antes fue Donald Kenrick, en Barcelona, quien sacudió mi inteligencia descubriéndome que el caló que yo hablaba y que había aprendido en el seno de mi familia no era más que una reminiscencia de un idioma mucho más fuerte, llamado rromanó, y hablado por millones de personas en todo el mundo. Donald Kenrick me anunció el Congreso de Londres y me animó a que asistiera. Nunca agradeceré bastante aquella invitación porque todos los gitanos mínimamente conocedores de nuestra realidad reconocen que la historia de nuestro pueblo tiene un antes y un después de aquella histórica reunión. Thomas Acton, otra de las figuras importantes en el ámbito de la investigación universitaria de nuestro idioma, es quien mejor ha conocido a Donad Kenrick que, además, fue padrino de su boda. Dice que Kenrick trabajó con Ronald Lee en la primera versión del método de enseñanza del rromanó en lengua inglesa. Donald Kenrick era un genio. Hasta sabía hablar en catalán. Y su doctorado lo obtuvo desarrollando, a partir de las ideas de su coetáneo Noam Chomsky, un profundo estudio del dialecto Drindari que es la forma específica con que hablan rromanó los gitanos del Sur de los Balcanes que ocupan el centro de Bulgaria y Macedonia. Pero el compromiso de Donald Kenrick era mucho más profundo. Durante más de 50 años mantuvo un fuerte compromiso de trabajo con el Gipsy Council del Reino Unido. Y su labor investigadora hizo que hoy podamos contar con algunos libros indispensables para conocer parte de nuestro pasado reciente. Donald Kenrick y Grattan Puxon habían trabajado intensamente en la Comisión de Crímenes de Guerra creada en el Congreso de 1971. El resultado fue la publicación en 1972 del libro ‘El destino de los gitanos de Europa’. Estudio traducido al francés, alemán, italiano, japonés, rromanó, español, portugués y búlgaro. En este estudio académico se detalla el sufrimiento de los gitanos prisioneros en los campos de exterminio nazis. Y a él siguieron media docena más de publicaciones todas ellas de un gran valor didáctico. Se nos ha ido un gran hombre. Un persona que consagró su vida a servir y ayudar a los gitanos para que fuésemos nosotros mismos los administradores de nuestra libertad. Donald Kenrick nunca quiso estar en el primer plano de la fotografía cuando por méritos propios podía haberlo estado. Donald Kenrick siempre quiso que los gitanos fuésemos dueños de nuestro destino.
¡Te avel lohki leski phuv! Descanse en paz.
Juan de Dios Ramírez-Heredia Abogado y periodista Presidente de Unión Romani |