01.02.2016 - CÓRDOBA

Presentación del libro ‘Rivera de primo’ de Marcos Santiago

Por Tico Medina


Lo juro. El pasado jueves estuve en Córdoba para asistir a la presentación del libro Rivera de primo de Marcos Santiago Cortés, abogado y columnista de CÓRDOBA. Lucía yo un pañuelo azul de seda, que me regaló hace tiempo una gitanilla de Triana; la Medalla de Andalucía en la solapa, que llevo casi siempre; y el rosario azul que me dio Rocío Jurado antes de morirse, aunque sigue más viva que nunca. Lo merecía el acto literario celebrado en el Colegio de Abogados, donde se presentaba el libro, precioso y preciso, de nuestro compañero. Estaba el autor impecable delante de letrados, jueces, autoridades y seguidores de Santiago Cortés en el diario nuestro y en la calle, porque su labor es grande, inmensa, solidaria. De siempre. Y lo mejor de todo, hasta la bandera el salón.

Me sentaron en la presidencia, donde estaba también Sánchez Zamorano, el presidente de la Audiencia. Hablaron las autoridades y hablaron con gracia, con fuerza, como Pilar Távora, que me gustó mucho. Y en la primera fila mi amigo entrañable, Rafael Mir Jordano. El libro es una joya. Lo ha editado El santo bebedor, que ya de por sí es un nombre garboso. Santiago Cortés, elegante, gitano total, estuvo emocionante. Se dijeron cosas muy hermosas en un sitio riguroso, en una sala con gente estupenda, atenta.

Allí me enteré que el día anterior presentó el libro Como si no hubiera un mañana, en el Real Círculo de la Amistad, la periodista Nieves Herrero, a la que, por cierto, descubrí en Radio España con aquel programa de noche que se llamaba Juntos en la noche. Me gusta mucho esa Córdoba culta que cada día presenta un libro. Hablé del libro en mi turno cuando ya se ha se había dicho mucho de la obra con devoción y emoción. La palabra, el recuerdo, las aventuras, la guerra, la paz, todo en una obra con mucha frase buena, suelta, subrayada. Traté de demostrar que uno es el libro que hace.

Me hice unos selfies con gentes diversas, pero cordobesas. A Marcos le había prometido que estaría en el acto el día del bautizo. Y al salir, el paseíllo por la plaza de las Tendillas. ¡Qué noche tan hermosa, cordobeses, cuánto tiempo hacía que no la disfrutaba!

Al final, Marcos echó una pierna adelante y con su corbata de lunares armó el alboroto ¡y en un sitio tan serio!: "Para mi mujer, que está aquí y que tanto me ayuda en todo, les voy a cantar un fandango". Sólo los gitanos tienen el pellizco de aquello que Federico García Lorca decía "de la cultura de la sangre". Lo cantó a su gitana, que estaba tan linda, morena de verde copla, sentada en frente junto a los hijos del autor. Noche de emoción, cordobeses, la del jueves. Lo conté en Mi puñaíto de los viernes en la COPE, en el libro, que leí a la vuelta, en un tren lleno de estudiantes, que volvían a casa el fin de semana, latía la dedicatoria, a mano, del autor del gran documento, que les recomiendo ya, antes de que se agote. "Querido Tico Medina. Jamás te olvidaré". Ole.

 

(Diario de Córdoba)

 

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