16.09.2016 - OPINIÓN

Los niños gitanos del campo de concentración de Lety

Por Juan de Dios Ramírez-Heredia


Grupo de niños recluido en el campo de concentración de Lety / Academia de Ciencias de la República Checa

A finales del mes de julio hicimos pública nuestra denuncia de cómo sigue establecida una granja de cerdos, en la localidad de Lety, al sur de Bohemia. En esta instalación los marranos se refocilan en el lugar donde los nazis establecieron un campo de exterminio para los gitanos.

Nuestra denuncia ha tenido eco y sabemos que desde las más altas instancias europeas se está trabajando para poner remedio a este incalificable escarnio.

Pero hoy no he podido resistir el deseo de redactar estas líneas para difundir la fotografía que me acaba de llegar gracias a la incansable labor de divulgación que realiza en la República Checa Gwendolyn Albert y el centro de difusión de noticias gitanas “romea_news”.

Merece la pena recordar que, en 1942, según un censo que los nazis tenían del protectorado que ejercían sobre Bohemia y Moravia, vivían en la región 6.500 gitanos. Pero cuando terminó la guerra, según datos oficiales, los malditos nazis habían acabado con la vida del 90 por ciento de la población gitana. Más de 1.300 gitanos, hombres, mujeres y niños fueron internados en el lugar entre el uno de agosto de 1942 y el 8 de agosto de 1943, fecha del cierre del campo.


241 menores murieron en Lety / Academia de Ciencias de la República Checa

Pero el dato que hoy queremos resaltar es el siguiente: En el campo de concentración de Lety internaron a 326 niños y niñas gitanos de los que 241 perecieron como consecuencia de las condiciones higiénicas catastróficas en que se amontonaban en los barracones, y la falta de agua y de comida. La mayoría de estas criaturitas murieron de hambre porque la comida que les pertenecía la robaban los guardianes checos encargados de la distribución.

El comandante del campo de Lety era Joseph Janovský, un militar miembro de la gendarmería que resultó ser un individuo perverso, fatuo, adulador de sus jefes e insensible al sufrimiento de las personas que estaban sometidas a su custodia. En 1943 se desencadenó en el campo un brote de tifus que acabó con la vida de los niños y niñas gitanos, los más débiles, ya moribundos y sin fuerzas por el hambre al que fueron condenados como consecuencia de la rapiña de los guardias y de la indiferencia cómplice del comandante del campo que favoreció que los carceleros robaran la comida de los niños.

Malditos sean y ardan eternamente en el fuego del infierno.

 


Josef Janovsky, comandante de Lety / Academia de Ciencias de la República Checa

 

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