Históricamente,
la presencia de los gitanos en España está datada en el siglo
XV. Llegados a la península a través de los Pirineos, el
primer documento que atestigua su presencia data de 1425, cuando el rey
Alfonso V, el Magnánimo concede una cédula de paso a Juan y Tomás,
que se hacen llamar condes de Egipto Menor. Precisamente del nombre "Egipto
Menor" surgiría la palabra "gitano", que es como se conoce en español
a los Roma. A partir de entonces los gitanos se dispersarían por
el resto del país.
Los gitanos forman
actualmente una comunidad de 500.000 a 600.000 personas en España.
Por regiones, la que agrupa a mayor cantidad de gitanos es Andalucía,
donde viven cerca de 300.000, lo que supone un 5% de la población
total de esa zona. Su importancia allí es tal que en octubre de
este año el Parlamento andaluz ha declarado el día 22 de
noviembre "Día de los Gitanos Andaluces". Ese día se conmemora
la llegada de los gitanos a Andalucía, el 22 de noviembre de 1465.
Tras Andalucía, son Extremadura, Madrid, Valencia y Cataluña
las regiones donde se concentra gran parte de la población gitana.
Las regiones del norte (Galicia, País Vasco, Asturias) son las que
menos población gitana tienen.
Sus principales problemas
se centran en la educación, el empleo, la vivienda y la cultura.
El gitano ha sido desde siempre un pueblo de tradición oral. Nunca
ha escrito nada. Como consecuencia, la tasa de analfabetismo entre los
gitanos ronda el 60%. Nos encontramos, pues, ante un pueblo que no dispone
de la preparación necesaria para afrontar los retos de la sociedad
actual y, sobre todo, que se encuentra indefenso ante la sociedad mayoritaria.
En la enseñanza
nos encontramos con un doble fenómeno. Numerosos centros educativos
ponen impedimentos a que las niñas y los niños gitanos acudan
clase en compañía de niños que no son gitanos. Temen
que los padres de estos alumnos se movilicen y se opongan a que sus hijos
vayan a clase con gitanos. Pero, de igual forma, la escuela convencional
no recoge entre sus planes de estudio elementos de cultura o de la estructura
social del pueblo gitano. Por ambos motivos, no todas las escuelas se encuentran
en disposición de acoger a escolares gitanos ni todos los padres
y los niños gitanos ven en la escuela algo útil para su futuro.
La consecuencia es evidente: entre los escolares gitanos se registra una
amplia tasa de absentismo escolar.
Algo parecido puede
decirse en el terreno laboral. Atrás quedaron los tiempos en que
los gitanos eran reconocidos por su trabajo en la forja o por sus conocimientos
en caballerías. La mayoría de gitanos vive en la actualidad
de la venta ambulante, pero la práctica de esta actividad laboral
se ve dificultada por las reticiencias de las autoridades locales a facilitar
permisos de venta. El resto de actividades en las que trabajan los gitanos,
a mucha distancia de las anteriores, son las actividades agrícolas,
la recogida de papel o chatarra, las antigüedades o el mundo artístico.
En otras actividades los gitanos se encuentran frecuentemente con problemas,
pricipalmente derivados de la falta de cualificación profesional
y de la carga de prejuicios que conlleva trabajar con un gitano. Pocos
empresarios se atreven a contratar y, aún menos, a dar trabajos
de reponsabilidad a los gitanos. Como consecuencia, a falta de datos precisos,
el índice de paro entre la comunidad gitana es muy alto. Afortunadamente
la situación está cambiando y en la actualidad el número
de universitarios gitanos es cada vez mayor.
En el terreno de la
vivienda, encontramos fenómenos análogos de discriminación.
Los pocos gitanos que viven de forma itinerante por el continente europeo
ven condicionados sus desplazamientos por numerosas ordenanzas y legislaciones
que vetan el derecho de acampar en terrenos públicos. Hoy la población
gitana europea es mayoritariamente sedentaria. Un buen número de
ellos se ve obligado, por sus condiciones económicas, a vivir en
condiciones de insalubridad, en zonas marginales de las grandes ciudades
europeas. Los numerosos programas de realojamiento que se llevan a cabo
encuentran como principal obstáculo el rechazo de los vecinos a
que los gitanos vivan en su barrio.
Por último,
los gitanos son un pueblo cuya cultura permance casi olvidada. La mayoría
de las instituciones tiene del pueblo gitano una concepción más
social que cultural. Resulta evidente que el pueblo gitano tiene en el
trabajo o la vivienda problemas prioritarios. Pero no debemos olvidar que
la identidad colectiva del pueblo gitano depende en gran parte del hecho
de poseer un pasado histórico común, una lengua propia, unos
usos sociales y, en difintiva, una historia común. En este sentido
son todavía pocos los esfuerzos que se realizan en la promoción
de la cultrua gitana o en la enseñanza de su lengua, el romanò.
Nos encontramos, pues,
que la falta de preparación académica y de formación
laboral, la falta de viviendas dignas o la falta de reconocimiento de la
idiosincrasia del pueblo gitano aboca a una buena parte de sus miembros
a vivir en condiciones de marginalidad, habitando en infraviviendas, y
a ganarse la vida en condiciones muy difíciles. Algunos de sus miembros,
incluso, se ven empujadas a la delincuencia como medio para procurarse
la subsisitencia. Como consecuencia, la sociedad mayoritaria acentúa
su discriminación contra el pueblo gitano y le niega oportunidades
para salir de esa situación. A este proceso no permanecen ajenos
numerosas instituciones y medios de comunicación. Estos últimos
fundamentan muy a menudo sus informaciones sobre estereotipos, lo que no
ayuda a que la comunidad gitana y la sociedad mayoritaria puedan convivir
armónicamente.
Pero también
los españoles no gitanos tienen numerosas deudas con el pueblo gitano.
Son muchas las aportaciones que la lengua española ha recibido del
romanò, y existen muchas palabras españolas que provienen
directamente de la lengua gitana (chaval, por ejemplo). También
la influencia de la cultura gitana a la cultura española en general
es muy importante. Así, por ejemplo, se dice que en Andalucía
"no se sabe dónde acaba lo gitano y dónde empieza lo andaluz".
Entre las labores para la mejora de la calidad de vida del pueblo gitano
español y de la promoción de su cultura hay que destacar
la gestión de Juan de Dios Ramírez-Heredia, gitano, diputado
a las Cortes españolas (1977-1985) y al Parlamento europeo (1986-1994),
hoy presidente de la Unión Romaní española y representante
español en la Comisión Consultiva "Racismo y Xenofobia" del
Consejo de la Unión Europea.
En la actualidad, el
Estado español (a través de la Administración central,
regional o local) tiene diversos medios de ayuda al pueblo gitano. En general
podemos afirmar que existe un cierto compromiso de las autoridades con
los problemas del pueblo roma, si bien aún podría ser mayor.
La mayor parte de las ayudas las proporciona el propio Estado a través
del Plan Nacional de Desarrollo Gitano, que en 1996 ha contado con cerca
de 500 millones de pesetas.
Buena parte de los
esfuerzos para la promoción social y cultural del pueblo gitano
se debe al esfuerzo de los propios gitanos. A mediados de los años
60 los gitanos españoles comenzaron a organizarse y a crear asociaciones
dedicadas a conseguir el reconocimiento de sus derechos, la mejora de su
nivel de vida y la promoción de su cultura. Hoy las asociaciones
gitanas cananlizan buena parte de las ayudas del Estado.
Afortunadamente España
no es un país en el que se registren casos de racismo violento,
a diferencia de Alemania, Austria o los países de Europa del este
(Rumanía, Bulgaria o la República Checa, sobre todo). El
último caso de racismo violento tuvo lugar en 1993 en la localidad
de Mancha Real (Jaén, Andalucía), donde el alcalde de la
ciudad incitó a los vecinos a que quemaran las viviendas de los
gitanos y les expulsaran así del pueblo. Sin embargo, el racismo
existe. Existe una forma de discriminación más sutil pero
constante, que hace que cuando se pronuncia la palabra gitano se asocie
ésta casi automáticamente con actividades delictivas. Sin
ir más lejos, al propio secretario general de la Unión Romaní,
Antonio Torres, le fue impedida este verano la entrada en una discoteca
de Santander, por el hecho de ser gitano. Casos así son muy frecuentes,
y todavía resulta una práctica muy habitual entre los policías
pedir la documetación a los roma por la calle, simplemente por el
hecho de ser gitanos. No olvidemos que hasta 1976 el Reglamento de la Guardia
Civil aún tenía algunsos artículos que permitían
a los guardias actuar aleatoriamente con los gitanos y pedirles, por ejemplo,
que demostrasen con facturas que la ropa que llevaban era suya.
- Artículo
"Los gitanos en España",
de Agustín Vega Cortés, sobre la evolución histórica
del pueblo gitano en España |