Sr. Montoro, ahora sí, váyase

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Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda / DigitalSevilla
Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya

Y hágalo, sobre todo, por el bien de su partido. Demasiados chuzos de punta están cayendo sobre las cabezas del Gobierno de don Mariano Rajoy como para que usted se aferre a su poltrona ajeno a lo que sucede a su alrededor. Y le explicaré, esta vez públicamente, por qué debe irse. Pero, ante todo, quiero dejar bien claro, que no se lo pido por el varapalo que le acaba de dar el Tribunal Constitucional a propósito de la amnistía fiscal que usted decretó en marzo del año 2012. Es muy fuerte lo que le dicen, por unanimidad, los magistrados. Y como usted es una persona inteligente entenderá que su permanencia en el Gobierno es sumamente perjudicial para mitigar el fuego cruzado al que está siendo sometido el Partido Popular desde tantos frentes. Usted se va, le evita al Sr. Presidente del Gobierno el trance de tener que echarlo, y todos contentos: los miembros de su partido porque se quitan a un muerto de encima, la oposición, toda la oposición, Sr. Montoro, porque usted se ha convertido en piedra de escándalo alimentando con su política y con sus gestos la antipatía de todo el mundo, pero sobre todo, fíjese bien en lo que le digo, quienes más lo celebraríamos seriamos las ONG de España, y yo el primero, porque la política que usted ha auspiciado -o que usted ha consentido- solo nos ha causado desazón, angustia y la feroz persecución de sus  cancerberos al frente de las Delegaciones de Hacienda en los Ministerios, obligados a cumplir  unas directrices que usted y sus Secretarios de Estado han ideado para hacernos la vida imposible.

Muy fuerte lo que estoy diciendo, ¿verdad? Podría desarrollar aquí un largo rosario de agravios. Tantos que, al final, muchas ONG españolas hemos llegado a sentirnos acomplejados como si fuésemos delincuentes. Su Ministerio nos somete a un control del gasto tan absoluto como injusto. Ya lo sé. Con un discurso basado en ese principio la demagogia la tienen los populistas al alcance de la mano. Pero las cosas son como son y no como algunos quisieran que fuera.

Algunos ejemplos determinantes

Primero: Es verdad que “las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran”. Por eso, frente a la fuerza de los argumentos, frente a la controversia a la que tan dados somos los políticos o los juristas, sirvan estos ejemplos tan puntuales como increíbles.

Sevilla: Hemos desarrollado un curso de formación profesional para una veintena de jóvenes en riesgo de exclusión. El programa fue un verdadero éxito reconocido por los responsables del Ministerio de Servicios Sociales, pero los agentes del Ministerio de Hacienda no opinaron lo mismo y nos hicieron devolver el importe de los billetes de autobús que entregamos a los jóvenes alumnos durante todo un año. Mucho dinero.

¿Por qué? Agárrense a la silla. A los muchachos se les entregaba cada siete días un billete de autobús de una semana de duración. Su precio era mucho más barato que entregarles cada día un billete de ida y vuelta. Los empleados del Sr. Ministro de Hacienda dijeron que había que entregar a cada alumno un billete individual cada día. Les dijimos que eso era una barbaridad. Que era un derroche innecesario. Que el billete semanal costaba menos de la mitad. ¡Ah!, dijo el funcionario, lo que ocurre es que el Ministerio autoriza la entrega de un billete para los días que se celebra el curso, es decir, de lunes a viernes. Y con este billete semanal los muchachos pueden utilizarlo el sábado y el domingo, y eso no está autorizado. Así que da igual que el precio sea más caro.

Segundo: Celebrábamos un programa de lucha contra el analfabetismo en Lugo. Pero transcurridos los primeros meses hubo un desencuentro entre algunos monitores del centro y los propios alumnos. Los responsables de nuestra asociación en Galicia me llamaron para que intentara resolver el conflicto. Y así lo hice. Cogí el avión en Barcelona hasta Santiago donde me esperaban algunos responsables para llevarme en coche hasta la capital. Estuve un día y medio y entre todos logramos reconducir el conflicto. Pero meses más tarde la cosa volvió a enrarecerse. Me volvieron a llamar, pero esta vez yo no pude ir y le encargué al Secretario General de la Unión Romani que vive en Sevilla que se desplazara a Lugo y pusiera paz y concordia para no comprometer el éxito del programa. Y fue un éxito. Costó esfuerzo, pero logramos alcanzar la meta que nos habíamos propuesto.

Pero he aquí que cuatro años más tarde nos reclaman la devolución del importe del billete de avión mío y el del Secretario General sevillano. Y los 35 euros que costó el hotel donde dormimos una noche, además de los 30 eurillos que en concepto de “dieta de mantenimiento” se nos entregó para que cubriésemos el gasto del desayuno, la comida del medio día y la cena. ¡Una pasta, sí señor!

Protestamos y el representante de Hacienda nos dijo que la única posibilidad que había para aceptar aquellos justificantes de pago era comprobar que tanto yo como el compañero de Sevilla fuéramos voluntarios del programa. ¡Perfecto! Dijimos. Ninguno de los dos cobramos ni un céntimo por el trabajo que hacemos. Y no es que seamos voluntarios, somos super voluntarios por el cargo y la responsabilidad que ostentamos. Respuesta:

-Sin duda, yo no tengo la menor duda de vuestra condición de voluntarios, pero vuestro nombre no aparece en la lista de voluntarios de la Unión Romani, así que a devolver el dinero.

Tercero: Este es un ejemplo sangrante: FRANCISCO SANTIAGO MAYA es un gitano granadino, fundador de la Unión Romani. Un hombre íntegro, honrado y fiel exponente de lo que es el espíritu y la doctrina de nuestra organización. Francisco, con sacrificio logró hace años el título oficial de educador social y desarrollaba su trabajo en Barcelona en el ámbito de su especialidad. Y al mismo tiempo era el tesorero de la organización. Pues bien, el Ministerio dice que hemos de devolver todo su salario completo de los doce meses del año 2014 porque Paco era miembro de la Junta Directiva y los miembros de la Junta Directiva no pueden cobrar. ¡Pero, oiga!, dijimos. Paco no cobraba por ser de la Junta Directiva, sino por el trabajo social que realiza desde hace más de 15 años entre los gitanos barceloneses. Da igual, el alma de acero de algunos de los subordinados del Sr. Montoro no entiende de estas sutilezas. ¡Válgame Dios! ¿De dónde sacaremos ahora el dinero que honrada y legítimamente cobró ‘El Brillantina’? ¡¡¡Imposible!!!

Cuarto: Las ocurrencias de los Secretarios de Estado del Sr. Montoro pueden llegar a ser misterios insondables. Fíjense en esta barbaridad. Yo vivo en Barcelona y debo viajar a Madrid con frecuencia por razones obvias. El señor de Hacienda que representa al Sr. Montoro en el Ministerio solo autoriza el pago de tu billete de transporte si vas a Madrid desde la ciudad en que vives, en este caso, Barcelona. Y si un día, víspera de una reunión en Madrid convocada por el propio ministerio, estás en otro lugar de España, no te autorizan el billete. Siempre ha de ser desde el sitio donde vives. Me ha ocurrido ya varias veces. Un día terminé de dar una conferencia en la Universidad de Málaga. Un billete desde Málaga a Madrid cuesta menos que uno desde Barcelona a Madrid. Me dijeron que ni hablar. Que viajara primero desde Málaga a Barcelona y luego que comprara otro billete desde Barcelona a Madrid. Les ruego que me crean. Y no lo juro porque soy gitano y a los gitanos no nos gusta jurar.

Una pregunta al Presidente del Gobierno

Sr. Rajoy: El mejor ministro que ha tenido el PP encargado de los asuntos sociales ha sido Don Javier Arenas Bocanegra y posteriormente Don Juan Carlos Aparicio Pérez. Con ellos el llamado Tercer Sector de Acción Social experimentó un fuerte desarrollo y gozó del respeto y la consideración que sus trabajadores merecen. Y me atrevo a preguntarle: ¿Por qué ha permitido usted que ese inmenso capital lo haya dilapidado don Cristóbal Montoro y sus más directos colaboradores en el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas?