Palabras y latidos

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Recibir el premio de la Fundación Secretariado Gitano es una alegría que tiene un efecto multiplicador, alegra a quien lo da, a quien lo recibe y a cuantas compañeras y compañeros de trabajos e ilusiones, que a lo largo de estos casi cuarenta años han compartido conmigo este camino y también deben compartir este reconocimiento. Se agranda esta alegría por venir de una institución intercultural con la que tantas afinidades tengo.

Viene a premiar la Fundación Secretariado Gitano en mi persona a cuantos como yo hemos trabajado y trabajamos desde la base, desde el día a día de la escuela, el contacto directo con chavorrillos y chavorrillas que de la mano nos han llevado a conocer a su familia, a su mundo de duquelas y alegrías, a sus pasiones y necesidades, a sus sueños, a sus nomadismos, a sus persecuciones, a la lache (a la vergüenza) que da esta sociedad nuestra en su trato a nuestros conciudadanos gitanos.

La asociación de Enseñantes con Gitanos, y mucho más la escuela pública, está repleta de personas tan relevantes para sus alumnas y alumnos como desconocidas para la sociedad.

La escuela y el ser maestro me han permitido, aprender y enseñar.

Cogido de sus manos y desde la pedagogía de la ternura, nos hemos enseñado mutuamente una lección en la que aprendimos la necesaria relación con sus familias y el contar con su confianza para trasladarnos la autoridad sobre sus hijos, autoridad que no teníamos.

Necesitaban sentirse reconocidos en los contenidos escolares que se desarrollaban, ver en las paredes del colegio reflejado su mundo y los personajes gitanos que son sus referentes.

Desde nuestra responsabilidad como docentes debíamos asumir las tremendas desigualdades de partida y nos propusimos una educación de calidad que promocionara a cuantos pasan por la escuela; denunciar la urgente desaparición de los colegios gueto, donde no existe la convivencia ni la socialización con los iguales de su generación; romper prejuicios y estereotipos desde un modelo de escuela intercultural, que reconozca las diversidades y, sin abandonar lo que sabemos, enseñar desde otras miradas, desde otras culturas, desde otras sabidurías como es la que aporta el Pueblo gitano.

Mi pasión por la fotografía tropezó en la escuela con la incontenible forma de vivir de las niñas y niños gitanos, con las escondidas iconografías de su cultura, con la dignidad con que disfrazan, muchas veces, su difícil vida. Ya mayores, con sus propias hijas e hijos, mi continúa participación en el asociacionismo gitano y, ante todo, el aprecio de mis amistades gitanas hicieron el resto: fiabilidad, cercanía, complicidad, naturalidad,… Nadie se asoma a los ojos de mis cámaras si no quiere, estoy más encantado en convivir y compartir, que en fotografiarles. La amistad es un valor que con el tiempo aumenta y se hace imprescindible para vivir con alegría.

La presencia de lo gitano en mi fotografía viene a reconocer la peculiar manera de estar, de mirar, de crear un territorio invisible poblado por la centrífuga fuerza de sus ojazos trasmisores de impulsos amigables, viajes inacabados, persecuciones no tan lejanas, que me han llevado a sumarme a este viaje que nunca se acaba, aportando en esta forma de verdad (verdad fugaz, de un instante siempre irrepetible) que es la fotografía, una mirada cercana, respetuosa y enamorada de este paisaje humano que siglo tras siglo se empeña en provocar y seducir a la utopía de la libertad.

Feliz este día donde el mejor premio es saber que las familias gitanas defienden la educación como la mejor manera romper la desigualdad. La educación os hará libres decía Sócrates hace 2.400 años y lo sigue diciendo en la actualidad Juan de Dios Ramírez Heredia:  Los conocimientos, la educación y la cultura abren puertas de libertad.

Sé, por lo que vivo con ellos, que compartimos más contenido cultural que aquel que nos diferencia. Sumar, intercambiar, respetarnos, asumiendo la diversidad cultural, pero ante todo la igualdad en derechos. Y compartiendo la fraternidad que tan bien dejó proclamada nuestro amigo, y poeta, y gitano, Pepe Heredia:

Un hombre tiene su hermano
en otro hombre que tiene
igual de limpias las manos
.

Ni delante ni detrás, siempre a su lado. Como nos enseña nuestra maestra Teresa San Román :

No se trata de elegir por ellos, por ellas. Se trata de andar juntos, cada uno a su manera, por el mismo camino.

 

(Discurso de Jesús Salinas con motivo del galardón que le han otorgado en la entrega de los Premios Fundación Secretariado Gitano 2017)