La primea noticia me la ha dado mi sobrino israel, hijo de mi hermana lourdes, desde Jerez de la Frontera.
― Tito, se ha muerto el tío Parrita, un dios del flamenco.
Me he quedado fuertemente impresionado y todavía no había recuperado el aliento cuando recibo un WhatsApp de Simón, el presidente de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña, para decirme que “acaba de morir Parrita”. Y no habían pasado ni dos minutos cundo recibo una llamada de Manuel Heredia, mi gran amigo y hermano, cofundador de la Unión Romaní, para darme la noticia de como se había producido el desenlace. A partir de ahí el teléfono no ha parado de sonar. Todos, con una unanimidad muy extraña en los días que corren, han querido manifestarme su cariño y su admiración por este gitano bueno, dulce en su trato y humilde desde sus orígenes canasteros, que se ha ganado, después de mucho trabajar, un lugar de reconocido prestigio entre los grandes.
Comprenderán que este no es el momento de valorar su aportación al flamenco. Eso ya lo han hecho muchos comentaristas. Hoy quiero poner de manifiesto que Vicente Castro Jiménez, Parrita, fue un fiel seguidor de su estirpe flamenca, genuinamente gitana, que siguió las huellas de su hermano mayor “El Peti”, ganador del prestigioso Festival del Cante de las Minas. Parrita sabía que los gitanos le queríamos y que siempre podíamos contar con él. Nunca se negó a participar en cualquier espectáculo que persiguiera un fin promocional de nuestra causa. Todo lo demás era secundario en su vida artística. Por eso pudo decir cantando en “Las cositas del querer” que
Digan lo que digan
soy igual de gitano
ay lere lere ay lere lere
Cuando me parieron ya salí cantando.
Parrita ha muerto esta tarde en el Hospital de Tarrasa. Cuando escribo estas líneas aún no sé cuando será el entierro ni a que hora. Lamentablemente la situación sanitaria que vivimos en España, y especialmente en Cataluña, no va a permitir que acompañemos a su familia como es nuestro deseo en este momento tan doloroso.
Yo me quedo con el recuerdo de su amistad y el de la última vez que estuvimos juntos en la entrega de premios de la FAGIC junto a la fuente luminosa de Montjuich en Barcelona. Porque su vida artística fue como la fuente, llena de colores variados y de música solemne a la que le hace el compás el sonido cantarino del agua.