¡Viva el Condestable don Miguel Lucas de Iranzo!

Hace 558 años que los gitanos entraron en Andalucía

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Palacio del Condestable
Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya

Desde que los gitanos empezamos a tomar conciencia de la singularidad de nuestra cultura y de nuestra historia ―cosa de hace muy pocos años porque en 1977 el 80 por ciento de los romaníes no sabían leer ni escribir― hemos ido conociendo los diferentes pasos que nuestros antepasados habían dado por todos los lugares del mundo por los que atravesaron desde su exilo de la India en el siglo X.

Llegan a Barcelona en 1447 y a Valencia en 1441

A Barcelona llegan en 1447. Así consta en el “Dietari del Antich Consell barceloni” donde se dice que el 9 de junio «Lo dia present entraren en la present ciutat un Duch e un Comte ab gran multitut d’egiptians o boemians”. El salvoconducto lo expidió María de Cas­tilla, lugarteniente de su marido el Rey Alfonso V el Magnánimo de Aragón que en aquel momento se encontraba en Tívoli.  Antes habían estado en Montblanch en 1434 y en Canfranc en 1435.

Doña Amada López de Meneses fue una catedrática de Instituto, profesora de historia a la que tuve el gran honor de conocer y tratar en mi juventud recién llegado a Barcelona. Ella consagró su vida a estudiar la historia de los romaníes y nos dejó las más importantes investigaciones realizadas hasta hoy. Doña Amada ocupa en mis recuerdos el más grande de mis reconocimientos y cariño personal. Ella fue la que un día vino a buscarme alborozada para decirme que había descubierto en el Archivo de la Corona de Aragón el famoso salvoconducto expedido por Alfonso V el Magnánimo al Conde Tomás del Pequeño Egipto en el año 1425, para facilitar su viaje a Santiago de Compostela.

Pues igualmente fue ella la que descubrió que la llegada de los gitanos a Valencia está documentada en el año 1441 bajo el reinado de Juan II de Aragón. El 21 de abril el Justicia y los Jurados de Castellón de la Plana expedían un salvoconducto al “lo spectable Don Marti, compte de Egipte lo Menor” quien, “ab certs cavallers y altres gents axi homens com denes», va de romiage” (peregrinación).

Los gitanos aparecen en Sevilla en 1491

De los Reyes Católicos nos ha quedado la imagen nefasta de ser los firmantes de la primera pragmática dictada contra los gitanos en el año 1499, ―que, por cierto, su redacción se debe al Cardenal Cisneros― pero la verdad es que con anterioridad habían sido buenos y protectores de nuestra comunidad. Tenemos constancia de que en el año 1491 Don Fernando y Doña Isabel concedieron salvoconductos en Sevilla al conde Don Felipe. Y por la misma fecha a los condes Don Luis y Don Jacobo. Precisamente en el documento de libre circulación que extendió al conde Jacobo, los monarcas, después de exhortar a todas las autoridades para que fueran atentos con ellos manifiestan que esos gitanos quedan bajo la seguridad y el amparo real y ordenan a todas las autoridades que se les trate con amabilidad y no se les cobre nada por “su ropa e bestias e otras cosas suyas que llevaren”.

¿Quién era el Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo?

Los gitanos llegan a Jaén el 22 de noviembre de 1460 y fueron recibidos amablemente y cortejados por el Condestable y su esposa la condesa Doña Luisa. ¿Pero, quien era este singular personaje que con tanto esmero y generosidad nos trató? La respuesta la podemos encontrar en una obra titulada “Hechos del Condestable don Miguel Lucas de Iranzo”, publicada en el siglo XV, escrita por Pedro de Escavias que a la sazón era el alcalde de Andújar. Catherine Soriano, especialista universitaria en literatura española, gran conocedora de la vida de Don Miguel, dice que éste fue un caballero de la corte de Enrique IV, que nació en una familia humilde y poco a poco fue consiguiendo ascender socialmente. Empezó a servir al rey con cargos menores, hasta alcanzar los de barón, conde y condestable de Castilla.

Pero la Corte nunca fue un sitio fácil para ascender. Los nobles se esforzaban por acaparar mayores cotas de poder posicionándose en los diferentes frentes de batalla que la corona mantenía contra los moros que aún dominaban una parte de España. Esto hizo que Don Miguel, padeciendo las diversas disputas con sus rivales que querían ocupar su lugar en la Corte le hicieron marchar de allí y combatir para el rey desde Jaén. Allí se dedicó a defender los intereses de la ciudad y organizar las tareas administrativas. Y fue en este periodo cuando aparecieron los gitanos, integrados en un pequeño ejército, en la capital andaluza.

Los gitanos llegan a Jaén

Al frente de la tropa figuraban Don Tomás y Don Martín junto con la condesa Luisa. El documento de la época dice que los gitanos llegaron dirigidos por dos condes de la Pequeña Egipto y con fasta çient personas de ombres e mugeres, sus naturales y vassallos.” La señora López de Meneses dice que el Condestable los acogió “muy onorablemente e los mandó aposentar e facer grandes onrras” y con su cónyuge la condesa Doña Teresa Torres, los sentó a su mesa, los proveyó de “pan e vino e carne e aves e pescado e frutas e paja e çevada abundantemente” y les regaló “muchas telas e paños de que se vistiesen e copia de enrri­ques” (moneda del Rey Enrique). Permanecieron en Jaén entre quince y veinte días, y a la hora de partir, el matrimonio salió a despedirlos acompañándolos hasta media legua “por manera que los dichos condes partieron del muy conten­tos y pagados”.

Transcurrieron algunos años hasta que el destino afligió al Condestable con la muerte de su primogénita, el 8 de enero de 1470, su hijita Luisa, en su quinto cumpleaños. Expiró de epilepsia y la crónica del siglo XV la describe como “la más graciosa e discreta e donosica niña del mundo”. El atribulado Don Miguel tomó a su mujer y a su suegra, Doña Guiomar Carrillo y a su pequeño hijito, Luis y abandonaron temporalmente Jaén. Pernoctaron aquella noche en Fuente del Rey y al día siguiente, desde Cazalla, a instancias de Pedro de Escavias, alcalde de Andujar, empren­dieron el camino de esta ciudad.

Pero los gitanos, conocedores ya de la hospitalidad andaluza y de la bondad del Contestable tomaron Andalucía como su mejor punto de destino. Apenas llevaba Don Miguel un par de semanas con su amigo el alcalde de Andujar cuando se presentó otro conde, esta vez fue “Jacobo de la Pequeña Egipto con su muger la condesa e con fasta çinquenta per­sonas más, ombres e mugeres e niños” que iban en peregrinación después de haber sido sojuzgados por los turcos. A estos, como hizo ocho años antes con el conde Tomás, los agasajaron los cinco días que permanecieron en Andujar, sentando diariamente a su mesa a Jacobo y a su mujer.

Triste final de Don Miguel Lucas de Iranzo

El Condestable Miguel Lucas de Iranzo murió asesinado en Jaén, el 22 de marzo de 1473, mientras rezaba de rodillas en la capilla mayor de la catedral, víctima de las violencias cometidas por la población cristiana contra los moriscos que eran defendidos por la aristocracia castellana por razones de interés económico. Lo que hace verosímil que fue víctima por el apoyo que el condestable daba a los judíos, aunque, probablemente, la causa fueron los celos de otros nobles. Posiblemente en el asesinato participara el marqués de Villena.

El reinado de Enrique IV fue muy alborotado por causa de los conflictos sucesorios, el enfrentamiento entre los nobles y la propia guerra civil de sucesión castellana, pero nada fue suficiente para impedir que el Rey diera su más contundente testimonio de su afecto por Don Miguel Lucas de Iranzo.

Tras la muerte del Condestable, el Rey se presentó en Jaén de incógnito y se dirigió al Concejo. Preguntó por la identidad de ciertos jurados y regidores a los que quiso conocer personalmente y seguidamente los mandó colgar de las ventanas, al parecer en venganza por el asesinato del Condestable, gran benefactor de los gitanos de su tiempo.