Cinco gitanas universitarias rompiendo tópicos: «El feminismo romaní existe desde hace siglos»

Tamara, Andrea, Miriam, Zamara y Aitana han estudiado en la universidad y nos cuentan su lucha personal para romper con los estereotipos raciales a los que han tenido que enfrentarse durante toda su vida

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Tamara, Andrea, Miriam, Zamara y Aitana, cinco gitanas universitarias rompiendo tópicos.

Este lunes 22 de noviembre se celebra el Día del Pueblo Gitano Andaluz. Su bandera luce hoy en varios ayuntamientos, como el de Cádiz, para conmemorar las aportaciones que han hecho los gitanos y las gitanas a la construcción del acervo cultural regional desde la llegada del pueblo romaní a Andalucía en 1462. 

Sin embargo, muchos prejuicios y estigmas pesan todavía sobre los miembros de esta comunidad. Cinco mujeres gitanas, que han estudiado en la universidad y cuyos trabajos están ligados a la ruptura de los estereotipos raciales, han hablado con lavozdelsur.es para relatar su propia experiencia personal.

Miriam Fernández es de Córdoba, tiene 26 años, ha estudiado Trabajo social y Sociología y es gitana. Actualmente, trabaja en Fakali, la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas, impartiendo capacitaciones a los trabajadores del sector sanitario “para que se tenga en cuenta el factor cultural en la atención médica a personas de etnia gitana”. 

Para Miriam, la cultura y la historia romaní son una asignatura pendiente en el sistema educativo español. “Los gitanos nunca hemos aparecido en los libros de texto”, denuncia. “No existen referencias al pueblo gitano en los programas educativos, a pesar de todo lo que hemos aportado históricamente a la cultura andaluza”, sostiene.

Fruto del desconocimiento que la sociedad tiene acerca de la cultura gitana, surgen multitud de estereotipos. “Mucha gente piensa que la cultura gitana es machista, pero no es así. Tradicionalmente, las mujeres han ocupado un papel central en la familia y en la comunidad, y han sido las encargadas de transmitir los valores culturales”, concluye Miriam.

Andrea Vega es de Sevilla, tiene 24 años y es trabajadora social. Proviene de una familia gitana humilde, “donde nadie había estudiado, pero donde siempre se ha tenido muy presente el valor de la educación”. Actualmente, trabaja en Amuradi, la Asociación de Mujeres Gitanas Universitarias, sirviendo de referente positivo a muchos niños y niñas gitanos, en riesgo de exclusión social, que “deben ver en la educación su futuro”.

“La discriminación por motivos raciales es, por desgracia, una realidad para el pueblo gitano”, asegura. “Hay que tener en cuenta que hasta 1978 seguían en vigor leyes antigitanas: ahora no se puede discriminar a este pueblo por, supuestamente, no estar tan avanzado, cuando, hasta esa fecha, a sus miembros, se les impedía crecer y formar parte de la sociedad”, sostiene Andrea.

“Yo he sentido muchas veces crisis de identidad porque no se me reconoce como mujer gitana, porque parece que no se puede ser gitana y universitaria, por ejemplo”, relata esta trabajadora social. “Al no cumplir ciertos estereotipos que la sociedad tiene muy interiorizados con respecto a las gitanas, muchas veces, la gente hace comentarios a mi lado, en el autobús o en la calle, discriminatorios u ofensivos, y a mí me duele mucho escucharlos y no poder gritar: ‘¡Oye, que yo soy gitana!’”, reconoce, con mucha tristeza, Andrea.

Aitana de los Reyes es natural de El Puerto de Santa María, tiene 25 años y, además de bailaora profesional, es psicóloga. “Mi prioridad siempre ha sido ser una mujer independiente”, afirma rotunda.  Actualmente, trabaja en Fakali realizando talleres terapeúticos con mujeres gitanas y también impartiendo refuerzo escolar en los colegios para ayudar a los niños y las niñas gitanas a mejorar su autoestima y su integración.

“Existe el tópico de que las familias gitanas no quieren que sus hijas estudien y eso, muchas veces, no es cierto”, asegura Aitana. “Yo siempre he recibido muchísimo apoyo de mi familia, donde casi todos son músicos. Ellos me han educado valores como la libertad, el esfuerzo o la curiosidad. De hecho, mi bisabuelo se sintió tan orgulloso cuando me graduée, que iba por ahí gritando que ya tenía una biznieta que era ‘médica de la cabeza’, como él dice”, relata con emoción esta joven psicóloga.

“El pueblo gitano tiene una cultura riquísima y el feminismo romaní existe desde hace siglos y siglos, lo que pasa que las mujeres gitanas siempre hemos estado doblemente invisibilizadas: por ser mujeres y por ser gitanas”, explica. “El movimiento asociativo ha hecho un trabajo impecable en este sentido, favoreciendo muchísimo la visibilización de este colectivo y tratando de frenar su discriminación, pero aún queda mucho por hacer: a mí, a estas alturas, en El Puerto de Santa María, no me han dejado entrar a un bar por el mero hecho de ser gitana”, concluye.

Tamara Moreno es sevillana, tiene 35 años y estudió Educación y Trabajo Social con el objetivo de dar visibilidad a la verdadera realidad del pueblo gitano. “Desde muy pequeña tenía claro que tenía que estudiar, estaba muy concienciada al respecto y mi familia también”, asegura.

Su objetivo ahora es “servir de modelo a las niñas y los niños gitanos para que tomen conciencia de la importancia de la educación”. Tamara explica que la igualdad de oportunidades para el pueblo gitano es todavía algo lejano, “porque existen muchos niños en en riesgo de exclusión social, con menos recursos económicos, y el sistema educativo no tiene en cuenta sus realidades”, denuncia.

Actualmente, Tamara trabaja en distintas campañas que tratan revertir los estereotipos que pesan sobre el pueblo gitano en Andalucía. “Muchas veces, cuando voy a dar alguna charla, me dicen que yo no parezco gitana y entonces, pienso: ‘¿Qué pasa, que para parecer gitana tengo que ir mal vestida?’ Es muy duro”, reconoce apesadumbrada esta trabajadora social.

Zamara Aguilera es una psicóloga lebrijana que trabaja en la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas realizando campañas de concienciación en institutos de secundaria para que los adolescentes vean la verdadera realidad de la historia y de la cultura gitana, “el objetivo es que los estereotipos vayan desapareciendo poco a poco”.

Esta gitana asegura que su familia “siempre ha sido un gran apoyo” y que lo más le duele es “ser una gitana invisibilizada por no cumplir con los estereotipos que se tienen acerca de esta etnia”. Cada día, Tamara trabaja “con mucha ilusión” para que la cultura gitana no se pierda, “porque es muy rica y diversa, y es una pena el desconocimiento que se tiene sobre ella”, subraya. 

Actualmente, más de un tercio de la población gitana residente en España vive en Andalucía. En concreto, 350.000 andaluces pertenecen a esta etnia, lo que supone un 4,5% de la población total de la región. Es de justicia reivindicar el aporte de este pueblo a la historia y a la cultura de una sociedad que sigue cargando multitud de estigmas y prejuicios sobre él.

Un reportaje de MARTA SANCHEZ GENTO publicado en lavozdelsur.es