Baxtale Krechuno

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Desearos a todos unos días de paz y felicidad en estas fechas navideñas podría parecer un despropósito. Sobre todo, por la mala racha que estamos sufriendo todos los ciudadanos por causa de la maldita pandemia. Llevamos dos años tratando de superar el miedo y viendo como amigos y familiares, víctimas del virus, nos dejan sin su compañía. Todo esto nos anima a desearnos, con más intensidad que nunca, que disfrutemos el presente con nuestros padres, hijos y familiares sin olvidar la ausencia de los que ya no están.

Sin embargo, debo recordar que en estas fechas que pretenden ser de paz y bienestar, el racismo ha dado violentos coletazos en muchos lugares del mundo civilizado. Hemos visto con especial preocupación como algunos miembros de las fuerzas de orden público han actuado con violencia asesina en América y en algunos países de Europa. La fuerza tremenda de la TV nos ha mostrado escenas escalofriantes. Y el drama de la emigración forzosa ha llevado a miles de familias gitanas a pedir refugio en países occidentales buscando la seguridad para sus vidas.

Esta Navidad, triste Navidad, me trae al recuerdo la peor y más cruel de todas las Navidades que ha sufrido nuestro pueblo a lo largo de su historia. Fue en la Navidad de 1572 cuando Felipe II mandó apresar a los hombres gitanos que se encontraran por los caminos públicos y los llevaran a remar a las galeras reales. Aquellas fueron las navidades más amargas para nuestras madres y esposas que ya habían sufrido las consecuencias de la batalla de Lepanto del año 1571 en la que perdieron la vida tantos y tantos gitanos atados al remo de los barcos

La Navidad, la época más festiva y entrañable para nosotros los gitanos, acabó convirtiéndose en 1572, en una auténtica tragedia para numerosas familias, que se vieron desprovistas de sus hombres más jóvenes y fuertes para ejercer de remeros en las galeras.

Nosotros, los gitanos y las gitanas que integramos la Unión Romani española, os deseamos a todos la paz y el bienestar que os merecéis. Y de forma muy especial a quienes integran la sociedad mayoritaria en la que nos ha tocado vivir, aunque en el seno de esa sociedad haya quienes nos marginan o nos desprecian por el solo hecho de ser gitanos. Sin rencor le pedimos al Niño Dios que también ellos encuentren la salud y la libertad que son los más grandes bienes que todos los gitanos y las gitanas del mundo valoramos.

Sastipen thaj mestipén.
Te aven Baxtalé.

Esta felicitación puede oírse en la voz de Juan de Dios Ramírez-Heredia en el siguiente video: