La dignidad no se pierde, ni se vende, ni se regala

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Agentes de la Guardia Civil contienen a un grupo de personas en Peal de Becerro. / Subdelegación del Gobierno de Jaén

El día 19 de julio publiqué una crónica de las gestiones que realicé en Jaén a propósito de los dramáticos acontecimientos sucedidos en Peal de Becerro. Se puede leer pulsando aquí. Y días pasados rendí cuenta de los primeros resultados que fueron acordes con aquellas primeras gestiones. También pueden leerse pulsando en el siguiente enlace

La reacción de la mayoría de los gitanos y las gitanas conocedores de los hechos coincidía en lo fundamental con la línea de pensamiento y de testimonio de los miembros de la Junta Directiva de la Asociación Nacional UNION del pueblo ROMANI. No obstante, también hubo quienes, como manifestó nuestra Diputada Beatriz Carrillo, pretendían apagar el fuego echando más gasolina. Las Redes Sociales lo aguantan todo.

Han pasado once días desde que Álvaro Soto Reyes muriera como consecuencia de la puñalada que le diera otro ciudadano de Peal de Becerro. El presunto asesino está en la cárcel y será la justicia quien sentencie en su día el castigo que merece. No tenemos nada que objetar y reconocemos la rapidez con que la Guardia Civil actuó cumpliendo con su obligación. Pero llegado este momento hemos de decir, con toda firmeza, que no es suficiente. Los gitanos y gitanas inocentes de Peal de Becerro, así como el resto de la comunidad gitana andaluza y española, nos sentimos abandonados y desamparados.

Se nos podrá decir que los servicios sociales del ayuntamiento o de la Comunidad Autónoma se están ocupando de atender las necesidades más urgentes. O que Cáritas y Cruz Roja están dando una prueba de generosidad para que a las familias gitanas huidas del pueblo no les falten lo indispensable para sobrevivir. Gracias.

Pero no es suficiente. La caridad o la solidaridad son virtudes que enaltecen al ser humano, pero que en este caso no son suficientes. Y no son suficientes porque en Peal de Becerro se está ultrajando la dignidad de los gitanos del lugar y la de los gitanos de toda España.

La dignidad no se pierde, ni se vende, ni se regala.

Los energúmenos racistas de Peal de Becerro que prendieron fuego a las casas de los gitanos, los que atacaron sus bienes destrozando sus vehículos, los que entraron en las casas de las familias inocentes y robaron sus enseres, los que amenazaron a las madres y a sus hijos con matarlos si no se iban del pueblo, los que increparon con los ojos llenos de odio a las fuerzas de Orden Público que trataron de marcar distancia entre las familias gitanas amenazadas y la multitud vociferante, esos son culpables de graves delitos hoy perfectamente tipificados en el Código Penal y que al día de hoy no han sido identificados y consecuentemente imputados de graves delitos que no admiten discusión.

El teniente coronel Francisco José Lozano, Juan de Dios Ramirez-Heredia, Carmen Carillo y José Rivas

Mi entrevista en Jaén con el Jefe de la Guardia Civil, teniente coronel don Francisco José Lozano, fue muy clara y sin fisuras. Tanto Carmen Carrillo como yo le pedimos al alto mando que se protegiera adecuadamente a las familias gitanas amenazadas, y que se investigara con rapidez y eficacia la identidad de los ciudadanos autores de las amenazas materiales y verbales, así como a los autores de los actos vandálicos que han destruido los bienes y los enseres de los gitanos inocentes de ser acusados de cualquier delito.

Han pasado muchos días desde que formulamos esta petición y no tenemos noticia de que se haya avanzado nada en la identificación e imputación de los agresores. Tampoco sabemos en qué estado se encuentran las investigaciones llevadas a cabo por la fiscalía de los delitos de odio de Jaén. Diez días son muchos y no vamos a consentir que una agresión tan grave como la que comentamos quede impune.

El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, Javier Pérez Royo, sostiene que “La apariencia de justicia es un elemento constitutivo del derecho a la tutela judicial efectiva reconocido en la Constitución en el artículo 24. La justicia no solamente tiene que hacerse, sino que tiene además que parecer que se hace (…) cuando hay que examinar un acto de administración de justicia, el acto tiene que serlo y parecerlo. De lo contrario, no es un acto de administración de justicia.”

Por favor vean y escuchen el testimonio valiente y comprometido del video que hemos visto en las Redes Sociales grabado por un gitano que vive en Peal de Becerro y que hoy mismo hemos enviado íntegramente a la Jefatura de la Guardia Civil de Jaén. Por favor, véanlo y saquen sus propias conclusiones.

El profesor Jürgen Habermas de la Universidad de Fráncfort defiende la tesis que sostiene que siempre ha existido una conexión interna entre la noción moral de la dignidad humana y la concepción jurídica de los derechos humanos.

Esta vez han sido los gitanos de Peal de Becerro como antes lo fueron los de otros lugares de la provincia de Jaén, de Andalucía o del resto de España quienes han sufrido las consecuencias del racismo que tanto dolor han sembrado entre los grupos más débiles de la sociedad. Y nosotros, los gitanos y las gitanas europeos, como antes lo fueron los negros en América, hemos sido las víctimas indefensas de tanto odio.

Pero un día los negros dijeron ¡Basta! Y el mundo empezó a cambiar de color hasta el punto de conseguir que decenas de millones de personas se dieran a sí mismas un presidente negro.

Ojalá que los incidentes de Peal de Becerro supongan la línea roja que jamás se debe sobrepasar porque quienes la sobrepasen sabrán que la ley caerá sobre ellos con toda su fuerza ejemplarizante. Aplicándonos las conclusiones del profesor Habermas diremos que los antigitanos de Peal de Becerro han violado la idea de la dignidad humana que sirve como un «portal» a través del cual la sustancia igualitaria y universalista de la moral se traslada al derecho.

Los gitanos y las gitanas españoles todavía confiamos en que las Fuerzas de Orden Público identifiquen a los agresores, que la fiscalía instruya las diligencias oportunas y que el Juzgado dicte la sentencia que en justicia corresponda.