Un beso envenenado

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Último día de vacaciones. Ahora toca incorporarnos al trabajo de cada uno con el deseo de superar este diabólico mes de agosto tan lleno de sorpresas y de noticias extrañas.

     Hasta donde hemos podido saber, Olga Carmona, la joven futbolista que metió el gol de España en los mundiales de Australia, no es gitana. Pues muy bien. ¡Claro que nos hubiera gustado que hubiera sido una gitanita la autora, junto a sus compañeras del triunfo de España, pero igualmente lo celebramos!   ¡Viva España y viva la selección de mujeres futbolistas que tan alta gloria deportiva ha dado a nuestro país!

     Pero, amigos míos, podemos estar tranquilos por dos motivos: primero porque Luís Rubiales no se fijó en ella para involucrarla en el rifirrafe al que estamos asistiendo cada día. A Olga Carmona ni siquiera la hemos visto en ninguno de los videos que circulan por todas partes mientras el presidente del futbol español daba besos a todas y a todos los que se le ponían por delante. ¡Uff, qué respiro!

Gracias a la Divina Providencia

     Sí, amigas y amigos míos. Echad a volar por un momento vuestra imaginación. Os sorprenderá comprobar el revuelo que se ha formado en España y en buena parte del mundo por el dichoso beso de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso. ¿Y si el beso se lo hubiera dado a Olga Carmona, autora bendita del gol, cuando muchos medios decían que era gitana?

     Les confieso que por razones políticas y profesionales estoy siguiendo este asunto con verdadera pasión. Por razones políticas porque estoy escandalizado del mangoneo que los partidos políticos están haciendo del dichoso beso. Se les debería caer la cara de vergüenza. Cualquiera diría que, como durante el franquismo, al pueblo se le daba pan y circo, ahora interesa que la gente se ocupe de si el beso —en público y en directo, de dos segundos de duración (lo he medido)— fue una agresión sexual del “solo sí es sí”. Es decir, que, si llegado el caso, un tribunal sentenciara que el beso fue un acto que atentó contra la libertad sexual realizado sin el consentimiento de Jenni, al descabellado Rubiales, de acuerdo con el artículo 178.1 del Código Penal, podrían caerle hasta cuatro años de prisión. Téngase en cuenta que este artículo castiga con extremada dureza un simple tocamiento.

Un “pico” que puede ser más peligroso que la entrada de Tejero en el Congreso de los Diputados.

     Pero lo que ha suscitado mayormente mi interés han sido los comentarios y las rotundas afirmaciones que han aparecido en los medios de comunicación social. Esta es una preocupación que comparto con buena parte de los comunicadores que anteponen el papel fundamental de los medios para el mantenimiento de la democracia y la denuncia de los manipuladores. Acabo de leer esta manifestación del que fue vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, en su canal de TV. “Acabar con las violencias machistas “es una tarea urgente”, sigue diciendo, donde “no solo hacen falta movimientos ciudadanos o leyes” sino “un cambio de 180 grados en la manera en la que los medios de comunicación informan sobre esta realidad”.

     Pero resulta que en el programa “Al rojo vivo” de La sexta que dirige Antonio Ferreras, a propósito de los besos en la boca, que ahora se denominan “darse el pico”, le preguntó el presentador al señor Iglesias:

     —El beso en la boca con Xavi Domenech ¿Lo tenías preparado o era un acto reflejo involuntario? A lo que el líder de Podemos contestó: “Tu sabes, Antonio, que los besos no se preparan, los besos se improvisan.” Para añadir más adelante: “No pasa nada porque haya gente normal que se bese en la boca. Ojalá hubiera más besos en la boca y menos insultos”.

¿Y si Jennifer Hermoso hubiera sido Olga Carmona y ésta fuera gitana?

     ¡Bueno, bueno! Los racistas de este país se han quedado con dos palmos de narices. Aun así, a pesar de todo, he recopilado una buena cantidad de comentarios envenenados, expresados en las redes sociales, donde la sola idea de que una gitana pudiera ser la artífice material del éxito de España les pone enfermos.

     Estos racistas se verían fuertemente reconfortados si el “pico” de Rubiales hubiera sido a una futbolista gitana, porque entonces estarían pidiendo para él no el castigo señalado en el Código Penal en el artículo 178.1 (hasta 4 años de cárcel) sino que pedirían que se le aplicara alguna de las circunstancias agravantes que contempla el artículo 180 del mismo código punitivo que eleva la pena hasta los 8 años de prisión.

Esto es un regalo.

     A mí me ha alegrado el día. Espero que a usted también le compense de tanto despropósito.

Pulse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=ydP-zxQNsnE

Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya
Abogado y periodista