Los gitanos y las gitanas que lean este mensaje lo entenderán a la primera. Y, además, dirán que esta explicación es innecesaria.
Me refiero a las consecuencias del sentido familiar que impera en nuestras relaciones de los unos con los otros. Si los gitanos y las gitanas de todos los tiempos siempre hemos dicho que la familia es lo más importante de nuestras vidas, por extensión podemos decir que todos nosotros somos “una gran familia”.
De ahí que cuando una familia sufre, o es agredida, compartimos ese sufrimiento como algo propio. Es un sentimiento, por otra parte, latente en todas las minorías que sufren, a veces, el rechazo o la insolidaridad de la sociedad en la que viven inmersos.
Pero también compartimos las alegrías.
Por esa razón quiero que disfrutéis conmigo de este pequeño video que dura tan solo 48 segundos. Estamos en plena Feria de Jerez de la Frontera. Y lo que se muestra en la película es el interior de una caseta. Y en ella quien canta es mi sobrino Israel, magnifico guitarrista e hijo de mi hermana Lourdes. Y quien baila es Juan Carpio, tiene solo 9 años y es mi sobrino-nieto, hijo de mi sobrino Juanillorro, ya fallecido y que fue —y seguirá siéndolo— una de las más grandes figuras del arte gitano-andaluz de los nuevos tiempos.
Por eso hoy, en este país tan convulso como el que nos ha tocado vivir, disfruten de las raíces y los genes de este niño de 9 años, garantía viva de nuestra supervivencia.
Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya