Los gitanos españoles (y las gitanas españolas también) tenemos una tradición oral muy rica que, por desgracia, se está perdiendo en buena parte debido a las políticas antigitanas que se están ejecutando desde mediados del siglo XX, dos de ellas en especial: la dispersión espacial (los payos han decidido dónde debemos vivir y casi siempre eso ha supuesto el rompimiento de nuestras relaciones sociales) que impide, dificulta o limita el contacto interpersonal e intrafamiliar; y la escolarización/aculturación que relega o subalterniza nuestra propia cultura y pone en valor lo payo.
Una parte de esta oratura, literatura oral, está compuesta por las historias de valientes: contar las andanzas, venturas y desventuras, de gitanos (aunque en todas estas historias aparecen mujeres, no conozco ninguna que esté protagonizada por una mujer) que han demostrado su valentía. En ese rico acervo brillan el Chato Doble, el Habanero, Genaro Reyes, el Mongino, el Cirolón, El Chato la Liendre, Felix El Grande… Una de las aventuras habituales que suelen contarse sobre estos personajes es que se retaban unos a otros para demostrar su valentía y probar quién era el más valiente.
Pero estos cuatro gitanos sinti de los que hoy os vamos a hablar han sido sin duda ninguna los más valientes de todos.
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