Los gitanos europeos, incluso los que viven en los países más ricos, padecen condiciones de pobreza y discriminación tan duras que su esperanza de vida es, de media, diez años inferior a la del resto de ciudadanos.
“La esperanza de vida de los gitanos en los seis países del estudio es notablemente inferior al de la población general”, dice la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea (UE) en un informe sobre cómo vive la mayor minoría étnica del continente en Bélgica, Francia, Irlanda, Holanda, Suecia y el Reino Unido.
“Los resultados presentan una desoladora, pero familiar, imagen de discriminación y privaciones alimentadas por el antigitanismo”, resume la situación el director de la FRA, Michael O’Flaherty.
“Sabemos que en Bélgica -donde la esperanza de vida de los gitanos es casi catorce años menor- las condiciones de sus viviendas son muy malas”, explica a Efe Ursula Till-Tentschert, una de las responsables del informe.
Sin agua corriente
Uno de cada tres gitanos, por ejemplo, no dispone de agua corriente en su vivienda, mientras que en Suecia el 20 % de los gitanos encuestados para este estudio aseguró haberse ido a la cama con hambre al menos una vez en el último mes.
En Irlanda, solo el 15 % tiene un trabajo remunerado y en muchos hogares hay problemas de humedad o moho.
Una cuarta parte de los niños gitanos en esos países, algunos de ellos entre los más ricos de la Unión Europea, vive en hogares que no llegan a fin de mes.
Los datos son igual de preocupantes en áreas como la sanidad, educación, el acceso a la sanidad o la discriminación, señala el documento.
Más concienciados
De hecho, el porcentaje de gitanos que afirmaron que se sienten discriminados, el 45 %, en esos seis países, es muy superior al de Europa del Este, el 26 %, donde las condiciones de vida y trabajo suelen ser peores.
Aunque la encuesta, realizada entre 2018 y 2019, no recoge el impacto de la pandemia de la COVID-19, Till-Tentschert asegura que las medidas para prevenir la expansión del virus han tenido “un impacto desproporcionado” sobre los gitanos.
“Cuando se trata de medidas de higiene o de segregar los campamentos o cuando los autobuses ya no circulan y, como no tienen coche, no pueden hacer la compra… Son algunos ejemplos”, puntualiza.
Medidas europeas
La agencia destaca que es esencial involucrar a los propios gitanos en el diseño de estos programas de ayuda.
“Nosotros podemos ver que hay un problema, pero, para entender verdaderamente el problema, hay que involucrarlos”, argumenta la experta.
Esta implicación no sólo puede ayudar a conseguir datos que antes se consideraban imposibles de recabar, sino que además, según la FRA, es la única manera de asegurar que las medidas sean efectivas y se centren en los verdaderos problemas de las comunidades gitanas.
Un racismo arraigado
Otro de los asuntos que más preocupan a los investigadores es la prevalencia del racismo contra los gitanos en toda la Unión Europea, donde los países ricos no son una excepción.
En Francia, por ejemplo, más de la mitad de la población general “se sentiría (completamente) incómoda teniendo a gitanos o nómadas como vecinos”, ligeramente por encima del 45 % de media en la UE.
Esta discriminación responde a motivos que van más allá de la pobreza o las condiciones de vida y es “incluso superior a la que sufren las personas negras o los inmigrantes del norte de África”, asegura Till-Tentschert.