Berkova es originaria de la ciudad eslovaca de Poltár, con cerca de seis mil habitantes, cerca de la frontera húngara. Cuenta con una calificación de 1100 puntos Elo y juega ya en liga de adultos. Ha ganado el campeonato de Eslovaquia en la categoría femenina sub-8 y fue quinta de Europa.
Fue entrenada desde los seis años por su padre, Milan Berko, de 41 años, quien forma parte del equipo de ajedrez ‘Hrochot jezdci’ (Los jinetes de hipopótamo) y que lo aprendió, a su vez, a los veinticinco años, de un primo.
«Cuando los niños empezaron a jugar al ajedrez, después de medio año, me di cuenta de que estaban mirando al mundo y a su propio futuro con otros ojos. Cada niño terminó la escuela secundaria» explicó, añadiendo que tener buenas notas era una condición para participar.
De repente unos romaníes llegan a los torneos y los asistentes no están acostumbrados. Cuando aparecimos en la puerta, debías haber visto cómo se giraban las cabezas hacia nosotros. Incluso vi mujeres agarrando sus bolsos y comprobando que no les faltaba nada. Fue desagradable», señala Berko sobre su primera experiencia competitiva.
Agáta acompañó a su padre al campeonatos por Eslovaquia, y aunque no fue a Moscú, jugó en unas simultáneas contra el ex campeón mundial, Anatoli Karpov, obteniendo unas tablas, al igual que frente al campeón canadiense, Tomas Krnan.
Además, cuenta la anécdota que cuando jugó en un torneo ante un adulto que tenía una clasificación muy alta, cercana a los 1800 Elo, cuando se dio cuenta que estaba perdiendo contra una chica y gitana, tiró las piezas con rabia.
Agáta espera seguir su educación además de seguir con el ajedrez: «me gustaría convertirme en abogada o en científica para inventar una cura para mis hermanos que sufren de autismo».
Los niños romaníes están segregados en las escuelas. Según una encuesta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de 2012, alrededor del 43 por ciento de los romaníes en las escuelas ordinarias asistían a clases de segregación étnica. El Centro Europeo de Derechos de los Romaníes (ERRC) considera que la situación en Eslovaquia es una de las peores de Europa.