Hace ya muchos años escribí que –desde que tomé conciencia de mi condición de gitano–, he intentado transmitir a la sociedad mayoritaria una imagen distinta de la que tradicionalmente se ha tenido de nosotros. Todos mis esfuerzos han ido encaminados a lograr que se nos juzgue por lo que somos y no por lo que otros dicen que somos. Al fin y al cabo, no he pretendido otra cosa más que hacer efectivo el principio constitucional del derecho a nuestra propia imagen.
Soy consciente, a pesar de todo, de que nuestra lucha, la lucha del Pueblo Gitano por conseguir librarse de la miseria en que vive buena parte de su población, tiene dos frentes: uno, lograr la intervención de los poderes públicos para poner fin a tanta miseria y marginación, y dos, que la sociedad, esa masa acéfala que con tanta facilidad critica y repudia lo que no conoce, valore nuestros esfuerzos y cambie radicalmente la falsa opinión que tiene de nosotros.
Por el contrario, si la publicación de estos estudios consigue que quienes nos siguen con espíritu crítico se ratifiquen en su pensamiento de que el Pueblo Gitano no es mejor ni peor que el resto de los pueblos de la tierra, y que en el seno de nuestra comunidad se dan las mismas miserias y grandezas que se dan en cualquier otro colectivo humano, sería como mínimo ingenuo pretender medir a todos los gitanos por el mismo rasero.
¿Periodistas contra el racismo? La prensa española ante el Pueblo Gitano es una publicación dirigida a los medios de comunicación y a las personas que los hacen posibles. En ese terreno se juega no solo nuestro presente, sino especialmente, el de nuestros hijos e hijas.
Por el contrario, sé muy bien que difícilmente vamos a convencer a los racistas, a los que están llenos de prejuicios, a los que están convencidos de “su verdad” y desprecian, por ignorantes, los argumentos que discrepan de los suyos. Estoy convencido de que, a los amantes de las dictaduras, a los del “garrotazo y tentetieso”, a los que añoran tiempos pasados de falta de libertades y de democracia, estos argumentos de nada les servirán. La venda que tienen ante los ojos nos les deja ver más allá de sus propias narices. En definitiva, esos argumentos racistas y segregadores son propios de los amantes de las dictaduras y del orden impuesto por la fuerza de las armas, del miedo o de la represión.
Este estudio, un año más, es una semilla que sembramos en el campo ubérrimo de las facultades de Ciencias de la Comunicación y en las conciencias de tantos periodistas que estarían dispuestos a echarnos una mano.
Gracias a todos y buena lectura.