El periodista Joaquín López Bustamante imparte la conferencia ‘El léxico caló y romaní en el cante flamenco’ en la Fundación Caballero Bonald, presentado por el cantaor Vicente Soto ‘Sordera’ y la escritora Josefa Parra
En su charla, Joaquín López realizó un acercamiento a la lingüística romaní tomando como hilo conductor el cante. Dividió la conferencia en tres partes. En la primera, explicó qué es la lengua romaní y qué es el caló. En la segunda, habló de los gitanismos en el castellano, y en la tercera del léxico romaní en las letras y en el lenguaje del flamenco.
“El pueblo gitano es la minoría étnica más antigua, más numerosa y más representativa de nuestro país… En España cerca de un millón de españoles somos gitanos y gitanas”. Joaquín realizó un esbozo de la historia del pueblo gitano desde su llegada a la península ibérica en 1425. “La influencia del pueblo gitano en la cultura, y no solo en el flamenco, es obvia, importantísima, pero no suficientemente reconocida y estudiada”. La diáspora del pueblo gitano comenzó en el año mil con la salida de la India, motivada por las invasiones de los mongoles. “La identidad romaní se conforma en esa diáspora”. La historia de migraciones y persecuciones, y el mito del gitano errante, “hace que nos planteemos lo que El Roto reflejaba en una de sus viñetas (una gitana rumana con una falda muy larga frente al espejo): ¿somos nómadas porque nos persiguen o nos persiguen porque somos nómadas?”. En esa historia de migraciones y dispersión, la lengua romaní ha sido la seña de identidad más importante del pueblo gitano, tan heterogéneo en sus costumbres. Es lo que tienen en común los gitanos que hay en todo el mundo.
Joaquín realizó en su charla interesantes aclaraciones de carácter histórico. En la primera referencia documental de los gitanos en la península hay un salvoconducto que habla de “Don Juan y Don Tomás de Egipto menor”. Gitano viene de egiptano. “Egipto menor no se refiere al Egipto de las pirámides, sino a una zona concreta del Peloponeso (Grecia) en la que los grupos gitanos estuvieron asentados durante muchísimo tiempo”. La zona se llamaba así simplemente por el parecido paisajístico.
El romaní es una lengua indoeuropea (neosánscrita). Es la única lengua de esta familia que se habla en Europa desde la Edad Media, y la más extendida geográficamente. Es la lengua minoritaria más hablada de Europa. A través de la lingüística se descubrió en el siglo XIX el origen del pueblo gitano. Las raíces de las palabras utilizadas por los gitanos conducían al sánscrito, a la India. Las palabras más antiguas, como sol, tierra, agua, etc., proceden de allí. Los cinco primeros números en romaní son los mismos que utiliza hoy alguien en Bombay (jekh, duj, trin, śtar, panʒ). Como todas las lenguas, luego se fue enriqueciendo con neologismos. Los préstamos léxicos han permitido reconstruir las rutas migratorias del pueblo gitano. Hay palabras armenias, persas (baj, suerte, de ahí viene bajío) o griegas (drom, camino, o los números del 6 al 10). En muchos países de Europa se habla, canta y reza en romanó. En algunos países del este, hay medios de comunicación que transmiten en romanó las 24 horas.
¿Y qué es el caló? Es un habla mixta, no un dialecto del romaní. Se habla en España, el sur de Francia y en Portugal. “Conserva léxico romaní, pero está incardinado en la sintaxis y la semántica del castellano”. Gachó es un ejemplo. El plural en romanó es gaché, pero en caló pasa a ser gachós. El diminutivo se hace en romanó con el sufijo –orró. Si chavo es muchacho, chavorró es muchachito en romanó. En caló se añade otro diminutivo castellano y surge chavorrillo. Para un pueblo que ha tenido que huir, el caló ha sido una lengua defensiva, con uso críptico, para no ser descubierto. Macharende, que quede entre nosotros… Joaquín recuerda que las primeras frases que escuchó de su madre en caló eran de ese tipo. Las persecuciones y los decretos que prohibían hablar esta lengua, con penas de galeras y destierros, explican también la dificultad de estudiar de forma rigurosa su historia. La Gran Redada de 1749 fue un intento de exterminio.
El español está lleno de gitanismos. Hay centenares, dice Joaquín, algunos reconocidos por la RAE y oros no. Camelar, canguelo, chaval, chavea, chipén, juncal, parné, pinrel, pirarse, najar, chorar, lache, fetén… Analizó el origen de algunas de estas palabras. “Si los esquimales tienen muchas palabras para hablar de la nieve, los gitanos tenemos muchas para decir que nos vamos. Con distinta intensidad: chalar es ir, pirar es irse, pero más rápido, y najar es huir”. Y de chalar, viene chalado. Parné es dinero. Viene de parnó, blanco. Parné en plural eran las monedas de plata, blancas… De ahí la expresión estar sin blanca. En flamenco y en la copla aparece mucho el parné. Chorizo, con el significado de ladrón, viene de chorar, robar en romanó. Canguelo posee la raíz sánscrita cang que quiere decir hedor, muy mal olor. El cangueló es el que huele muy mal… Y hay alguna palabra que la RAE dice que es gitana y sin embargo parece que no es así, como churumbel, aclaró Joaquín.
El flamenco es incomprensible sin el pueblo gitano. En Jerez, Triana y Cádiz, según Caballero Bonald, están los tres grandes focos del flamenco y la cultura andaluza gitana. La cultura gitana ha sido esencial para la génesis y el desarrollo del flamenco, explicó Joaquín. Hay letras de la lírica popular flamenca que están impregnadas de palabras gitanas. También aparecen en el habla coloquial de los cantaores y en el nombre de los palos. Esparrabarse es perder el compás. Dar ojana es engañar, adulterar. Ya en las primeras recopilaciones de letras flamencas hallamos ejemplos de estos términos. Había letras totalmente en caló que se perdieron. Para concluir analizó la etimología de algunos palos del flamenco. Debla procede del vocativo debel, que significa para dios. Alboreá quizás no venga de alborada, sino de una palabra que hace referencia a borí, nuera, y por extensión novia, así que quiere decir parar la novia.