Primavera gitana

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Los pueblos históricamente oprimidos y rescatados por los sistemas democráticos, no lo son completamente mientras no se les permita acceder a esa categoría que Platón identificaba con los gobernantes. El pueblo español gitano, después de cinco siglos de peregrinaje social por durísimos caminos de exclusión, alcanzó su tierra prometida en 1978, con ese glorioso cuerpo de leyes que los hizo personas en su totalidad. Aunque, a decir verdad, para nosotras y nosotros la Transición culminará el próximo 28 de abril, con las Elecciones Generales. Lo digo porque después de 41 años, este 2019 será la primera vez que las flamencas y los flamencos se sentarán para representar a toda la sociedad en un número cuanto menos llamativo. Por vez primera se supera aquella presencia unigénita del heroico diputado Juan de Dios Ramírez Heredia, el cual, aun habiendo conseguido mucho, creo que no fue justamente valorado ya que rebosaba virtudes que se obviaron. Pero estas elecciones son distintas; hay gitanas y gitanos por todas partes de gran preparación académica y en puestos relevantes: Madrid, Sevilla, Huelva, Valladolid, Oviedo, etc (y estoy seguro que en breve también Barcelona).

Uno no sabe si la cosa ha sido sincera o es que los aparatos han intentado contrarrestarse para que el numeroso voto romaní no fuera patrimonio de un solo partido; seamos optimistas y pensemos que todo viene gracias al progreso cultural. Pero el sueño cumplido debe hacerse más bonito y por ello ruego a las gitanas y gitanos que se sentarán en el mismo Parlamento, pero en distintos grupos, que marquen una humanista diferencia y den ejemplo a los demás de que lo más importante para la buena marcha de nuestra querida España no es la férrea ideología sino la armonía de ideas y personas. Hay que dar esa enseñanza urgente porque hoy por los pasillos políticos no abunda la rivalidad limpia ni la competencia valerosa sino la traición y el deshonor. En estos tiempos estamos asistiendo a las jugarretas más vomitivas con tal de acceder al poder.

Demos la nota preciosa, gitanas y gitanos representantes y cuando os veáis en el Hemiciclo, ya seáis del PP, PSOE, Ciudadanos, Podemos o de Vox, os lo ruego, llevaos como hermanos y allí mismo tomad el café junticos, delante de todos, sin miedo al qué dirán o a que nos quitarán como venimos haciendo desde el siglo XV. Dad esa preciosa lección de sagrado individualismo. Y que esta primavera electoral de color moreno se aprecie una nueva forma de hacer política en España. No os falléis a vosotros mismos y mucho menos a la memoria de nuestros muertos que tantas fatiguitas pasaron y nunca se separaron con tal de darnos como herencia, la libertad.