Manifiesto:
Que he sido requerido por la Dirección General de Servicios para la Familia y la Infancia del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social para que certifique por qué razón mi billete de avión para ir a Santiago de Compostela indica el número y la hora del vuelo y sin embargo la tarjeta de embarque señala una hora diferente.
Por lo que
CERTIFICO Y JURO POR MI HONOR Y ANTE DIOS NUESTRO SEÑOR:
QUE: El cambio de horario fue ocasionado por causa de que IBERIA no garantizó mi embarque a la hora señalada. Efectivamente, creo recordar, que la indicación señalada en los monitores no se correspondía con la puerta de embarque establecida.
QUE: El que suscribe se dirigió a una empleada de IBERIA, de las que uno se encuentra deambulando por el aeropuerto, y le pidió ayuda y orientación para dirigirse correctamente a la puerta indicada.
QUE: La trabajadora interpelada, tras pensar unos instantes la respuesta que debía darme, me indicó con toda cortesía hacía donde debía dirigirme. Cosa que hice con diligencia.
QUE: El que suscribe, que ya tiene una edad avanzada, corrió lo que pudo hasta llegar a la puerta indicada, encontrándose con que la información que le habían dado no era la adecuada. Que la puerta de embarque había sido cambiada y que la verdadera, ―por la que ya se había iniciado el acomodo de los viajeros en el avión―, estaba en la otra punta de la inmensa sala donde los pasajeros de la T4 esperan subir a sus aviones respectivos.
QUE: Aun temiendo que no podría llegar a tiempo de embarcar, emprendí una carrera desenfrenada impropia de mi edad y de mi resistencia física. Y llegué, por fin, exhausto, a la puerta de embarque tan buscada cuando el vuelo ya había sido cerrado y las puertas del avión lo estaban haciendo igualmente.
QUE: Por más que les supliqué que me dejaran subir al avión por lo importante que era para mi llegar con tiempo a Santiago de Compostela, donde debía establecer contacto con algunos dirigentes gitanos con el fin de establecer las líneas de intervención en las Jornadas que se debían celebrar al día siguiente, no me lo permitieron.
QUE: No me quedó más remedio que acudir al Centro de Atención al Cliente donde conté, ―después de padecer una larga cola de viajeros que acudían, igual que yo, a formular sus quejas o reclamaciones―, lo que me pasaba.
QUE: Como es norma de los trabajadores de IBERIA, me atendieron con extraordinaria dedicación y eficacia. Me pidieron disculpa por las molestias y me ofrecieron, sin coste adicional alguno, la posibilidad de hacer el viaje en el siguiente vuelo a la capital gallega.
QUE: Casualmente, hice el viaje, con don Ignacio Sola Barleycorn, Director General para la Igualdad de Trato y Diversidad del Ministerio de la Presidencia, quien fue conocedor de esta rocambolesca peripecia.
Una obligada consideración
Quiero felicitar a los funcionarios de Hacienda adscritos al Ministerio de Sanidad que son los encargados de controlar que el dinero público se gasta realmente en aquello para lo que ha sido concedido. La extraordinaria y excepcional eficacia de su labor ha quedado demostrada, una vez más, con la reclamación que se me hace, que, a mi juicio, me parece, al menos innecesaria. Y diré por qué.
Primero: Porque esto demuestra que para el Ministerio de Hacienda las ONG de servicios sociales deben ser una especie de reducto donde se practican todo tipo de trapisondas contables, por lo que hay que atarlas bien corto para que no se desmadren.
Segundo: Porque no creo que sea misión de los funcionarios de Hacienda indagar por el cambio de hora de un vuelo cuando se ha demostrado que la misión encomendada se ha realizado y, sobre todo, que a la Hacienda pública no le ha costado ni un céntimo más ni un céntimo menos el precio del billete.
Tercero: Porque estoy convencido de que el celo demostrado por los funcionarios de Hacienda proviene de las órdenes dadas por la clase política dirigente del Ministerio que debe ser la misma que nos acosó durante los años en que don Cristobal Montoro estuvo al frente de sus desenfrenados recaudadores.
Cuarto: Finalmente, porque creo que tanta diligencia y afán controlador no debe malgastarse matando moscas a cañonazos sino orientando la necesaria inspección fiscal contra tanto fraude, malversación de fondos públicos y corrupción institucional como todavía hoy, por desgracia, padecemos en España.
¡Ah! Y que nadie se llame a engaño. Mis amigos, compañeros de la Plataforma de ONG, saben que durante años he librado una batalla casi personal contra la política de don Cristobal Montoro en relación con las ONG. Ahora gobierna la señora María Jesús Montero. Si algún día tengo que batallar contra ella lo haré, pero me costará muchísimo. Y ¿saben por qué? Porque me encanta. Me gusta lo que dice y sobre todo como lo dice. Tanto que me atrevo a decirle al Presidente del Gobierno que cuando nombre a su nuevo Gabinete deje a María Jesús Montero al frente del Ministerio de Hacienda. ¡Ojalá que no me equivoque!