Hay un cuarto de cabales infinito donde el hambre y el sueño no terminarán con la emoción y la felicidad que nos hicieron vivir tantas veces
Ha muerto Pansequito del Puerto como se llamaba cuando le conocí recién llegado a Madrid. Panseco, reconocido cuando le contraté para Tablao Cordobés en los años 70. En los últimos 50 años nuestras vidas se han ido cruzando esporádicamente manteniendo siempre un punto de afecto que ahora evoco escuchando la voz vieja y fresca a la vez, en la soleá por bulería muy lentas que le estoy escuchando.
Escucho como se aventura en la intrincada senda del compás, prolongando los tercios finales y cuadrándolo todo de una manera en la que solo él sabe cómo salir. Ésta es una de las aportaciones que dio a su cante, otra dimensión posible de la pureza, sobre todo en la Soleá y la Bulería.
Estamos hablando, en definitiva, de una de las columnas que sustentan el Partenón Flamenco que se construyó entre los años 50 y 70 con la aparición de Fosforito, Morente, Lebrijano, Camarón, Panseco y el etc. que ustedes quieran añadir, que han dejado una discografía inmortal para la eternidad del flamenco.
José Cortés Jimenez. Como ser humano, sensible, empático y próximo, con gracia para contar siempre el último chiste.
En esta foto histórica del Tablao Cordobés le vemos acompañado de Fernanda y Bernarda, Manolete, Irene Alba y les tocamos Antonio El Curri y yo. Para desempañar la tristeza que nos invade la desaparición de casi todos ellos, pensemos que en algún momento nos volveremos a encontrar en un cuarto de cabales infinito donde el hambre y el sueño no terminarán con la emoción y la felicidad que nos hicieron vivir tantas veces.
Sé feliz José y recomiéndanos. Descansa en Paz.